Plena actualidad, ganada a pulso, la de la señora Ana Botella. La sacó El guiñol (C+) visitando las fabulosas obras de su concejalía de Madrid. Iba, naturalmente, acompañada del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón. Le decía: "Alberto, las escaleras, de mármol. Y las alfombras, persas. ¿No te das cuenta del bien que estamos haciendo a los pobres? Así podrán ver cómo es una casa como Dios manda". Y Alberto temblaba, no sabemos si de emoción, o de miedo. A pesar de la deliciosa perfección irónica de estos muñecos, en el caso de doña Ana el original les supera. Ayer la vimos, en persona, ella misma, en el espacio La respuesta (A-3). En un momento dado salió el tema de los servicios sociales y las prestaciones. Las sanitarias, mayormente. Fue entonces cuando le escuchamos a doña Ana una advertencia sorprendente. Refiriéndose a que incluso en los países más desarrollados hay dificultades, advirtió: "En Holanda, la gente, cuando va a los hospitales se lleva sus sábanas". Tremendo. Puestos al habla con amigos holandeses, han señalado su extrañeza. Dicen que nunca han ido al hospital con las sábanas a cuestas. ¡Ah!, qué misterio el de las sábanas de Holanda. ¿O quizá quiso decir de Ruanda? La ministra de Asuntos Exteriores ya tiene tema. Y tiembla. Como Gallardón.

El himno --. Del cacao que ha armado el bendito trompetista de Melbourne tocando el republicanote Himno de Riego --en lugar del Himno Oficial de España-- en la final de la Copa Davis, destaquemos también la protesta de Josep Lluís Carod-Rovira, líder de ERC. El viernes, en La mirada crítica (Tele 5), le dijo a Montserrat Domínguez cuando ésta le preguntó por el tema: "Yo también estoy muy preocupado por este asunto. Nunca había oído tocar tan mal un himno tan bello". A pesar de su disgusto, Carod puede estar contento: su triunfo político hasta en Australia lo celebran.