Hay besos que matan. En la película El beso de la pantera , por ejemplo, Nastassja Kinski y Malcolm McDowell, cada vez que abrían la boca, la pasión daba paso a la sangre. La madrugada de ayer, en Marte (Tele 5), Sard y Manolito Po-Zí , se besaron. En la boca. Pico con pico. Labio con labio. Quiero creer que fue un beso de amor. Diría más: es posible incluso que la sentida emoción que exteriorizó Sard al besar a la criatura tuviese un punto de sinceridad. ´Ah!, la inteligencia del Emperador es grande: sabe que la mejor redención de una estrella poderosa y rutilante es bajar de noche al arroyo, y besar al raro. Es la caridad de los importantes: a punto de cumplir el programa número 1.000 de Crónicas marcianas , ha sentado a un pobre a su mesa y le ha besado en los labios, como podía haberle desnudado los pies, y lavarlos, hincado en el suelo, a la lumbre de una jofaina. Qué gesto más extraordinario. "La próxima vez que vengas, te llevaré de compras", le dijo Sard . Y a la criatura le brillaban los ojos con un agradecimiento muy grande. Aquella madrugada, después del programa, puse a Pepe Suero en el lector de los compactos. Puse aquella taranta suya, tan real, tan amarga: "Andalucía, la que divierte / lleva, de siglos, resignación / y ve con pena, a los señores, / que compran risas y diversión".

Anson --. También La Razón celebra cumpleaños: el quinto. Salió Luis María Anson con Carlos Dávila (El tercer grado , La 2) a festejarlo. ¡Ah!, siempre es hermoso celebrar los aniversarios de un diario, aunque sea de corta edad. Dijo Anson, con gesto contrariado: "Al principio, un sector del Gobierno nos persiguió como a ratas". Y Dávila, como es natural, se lamentaba preguntando con sorpresa y extrañeza admirable: "¿Y por qué la inquina del Gobierno?, un Gobierno de centro-derecha, además". Tiene razón. Era raro.