--Trabajar en una serie con más de dos años de vida es una suerte...

--Tuvimos la fortuna de que, desde el principio, el público nos dio su apoyo. Eso nos ha permitido trabajar con tranquilidad, aunque con la responsabilidad de todos los espectadores que nos siguen cada semana. Como en el fútbol, el apoyo de la gente es esencial. Ese estímulo nos ha dado alas. Creo que la serie vive ahora un buen momento.

--¿Cómo es su personaje?

--Un hippy venido a menos, soñador y con ideales. Probablemente, su ilusión hubiera sido convertirse en político, diplomático o revolucionario, pero ha terminado en una tienda de comestibles. Representa a muchos ciudadanos que ven cómo sus sueños se transforman pero siguen siendo felices. En el fondo, es un perdedor cándido. Creo que yo aporto algo de ingenuidad, aunque Pepe Viyuela es más desconfiado que Chema.

--Con humor, pero Aída refleja una realidad dura...

--Una de las cosas más bonitas de la serie es que los personajes viven en un ambiente precario, son familias desestructuradas... Y no pierden el humor y las ganas de salir adelante.

--Antes de actor, usted tuvo vocación eclesiástica.

--Sí. Antes de conocer a mi mujer se me pasó por la cabeza la idea de hacerme fraile. Efectivamente, tuve una vena religiosa.

--Y la licenciatura en Filosofía...

--Creo que todo está relacionado. Este interés nace de un deseo de conocer y de preguntarse por lo que te rodea. Hoy sigo leyendo e interesándome por la filosofía. En el fondo, la curiosidad es lo que nos mueve.

--Entonces, ¿de dónde surge su interés por la interpretación?

--Mi mujer era actriz y, gracias a ella, me entró el gusanillo. De nuevo, la curiosidad.

--Su último trabajo teatral fue Las visitas deberían estar prohibidas por el código penal, una recopilación de textos de Miguel Mihura. ¿Cuándo volverá a los escenarios?

--Precisamente con Las visitas... Gracias al éxito que tuvimos en el Teatro María Guerrero de Madrid estaremos de gira en octubre, y el 15 de noviembre volvemos a Madrid.

--¿Qué hará hasta entonces?

--Estoy grabando Aída y preparando la segunda parte de la película de Mortadelo y Filemón, que dirigirá Miguel Bardem. No me queda tiempo para más. El mes de abril va ser un constante ir y venir de la serie a los ensayos del largometraje. Y la semana del 23 de abril coincidirán ambos rodajes.

--¿Habrá muchos cambios en la película con el nuevo director?

--La estética de los personajes marca; al fin y al cabo, es el mundo de Ibáñez. Obviamente, con director nuevo habrá cambios, pero nunca para traicionar el cómic. Los puristas de Mortadelo y Filemón no tienen por qué preocuparse. Refugiarse en ese mundo es la clave del éxito.

--Eduard Soto, El Neng de Castefa en Buenafuente, de Antena 3 TV, será el nuevo Mortadelo. ¿Ya han podido trabajar juntos?

--No conocía a Eduard personalmente, pero tenía ganas de trabajar con él. No podía imaginar que iba a ser tan pronto. Solo sabía de él por su trabajo en televisión. Creo que vamos a disfrutar mucho.

-¿Cómo convierte un personaje de cómic, como Filemón, en otro de carne y hueso?

--Ensayando y recurriendo a la imaginación y a la memoria. Filemón es un personaje que me ha acompañado desde la infancia. Son muchos ratos libres en su compañía. No defraudar a los lectores del cómic es una gran responsabilidad.

Aída. Tele 5. 22.00