El Informe Anual de la Profesión Periodística 2008, de la Asociación de la Prensa de Madrid, presenta un dato desasosegante: el 83% de los encuestados consideran que la tele es el medio con más credibilidad, y no tienen ningún reparo en reconocer que es el único a través del cual se informan. Para acabar de arreglarlo, la mayoría de los 1.029 hogares que responden al cuestionario consideran que los medios (prensa, radio y tele) están muy politizados y que responden a los intereses de sus propietarios y de la clase política. Es decir, opinan que el menos subjetivo y manipulador es la televisión. Así, la máxima que parece imperar entre la mayoría de los televidentes españoles es: "Veo, luego existe, luego es verdad". Una proposición muy cómoda. Y muy cuestionable.

En la tele hay informativos con un alto grado de credibilidad y honestidad --que no objetividad-- informativa. Pero igual sucede en radio y prensa. Pero considerar la televisión más creíble que el resto...

Tal como funciona la pequeña pantalla en España, ¿el primer mandamiento es informar o entretener? Vale la pena recordar que el último gran descubrimiento audiovisual ha sido el infoshow , género que fusiona noticia y espectáculo. ¿Acaso esta fórmula para aligerar y hacer más digerible la información es más profunda, rica, objetiva y creíble que la del resto de los medios?

Explicaba el máximo responsable de una importante cadena pública europea que, cuando en su telediario entran en los minutos dedicados a la árida y dura (pero necesaria) información parlamentaria, la competencia privada aprovecha para emitir noticias internacionales tan sugestivas como el último desfile de ropa interior femenina de París... "Los que trabajamos en esto sabemos cómo subir la audiencia", señalaba este directivo, demostrando así que audiencia no es sinónimo de credibilidad. Ni de buena memoria. Por ejemplo, ¿quién se acuerda de aquel cormorán embadurnado de petróleo en la primera guerra del Golfo en 1991 (un montaje de teles anglosajonas para hacer más malo a Sadam Husein)? ¿Quién recuerda el impresionante documental que emitió la popular TVE-1 por sorpresa el 11 de enero del 2003 (titulado Bioterror, la amenaza biológica ), en el que quedaba clarísimo que Sadam tenía armas de destrucción masiva? ¿Y quién tiene presente que hace apenas un año un reportaje con cámara oculta de Telemadrid descubría puertas sin seguridad en Barajas (sin especificar que las abrió un policía, claro)?

Creer solamente lo que se ve, y encima verlo por un solo agujero, no es lo más recomendable para estar bien informado. Pero así es la realidad: el televidente solo ve (y se cree) lo que quiere ver (y creerse).