Ahora que Telefónica ha podido, por fin, desprenderse de buena parte de su participación en A-3 TV, pongamos en sobreaviso a los compradores acerca de las tonterías que hace esta cadena, en particular en materia de telecomedias. Han estrenado hace unos días dos (Un lugar en el mundo y El pantano ), que no se las miran ni los familiares de los que las interpretan. Ambas son de corte rural. Transpiran costumbrismo. Y para que la cosa quede más moderna, a los protagonistas les hacen tomar las infusiones de valeriana y manzanilla delante de un ordenador. O sea, tradición y progreso. El aburrimiento que generan es inmenso. También aparece un abuelete cascarrabias (en Un lugar en... ) al que le han prohibido fumar, y sale a la calle sólo por el placer de ver los tubos de escape de los automóviles. Enternecedor. Como invitación al sueño casi que les aconsejaría El pantano . El agua estancada y procelosa siempre tiene un plus que se agradece: induce a la modorra.

Es curioso, esta cadena tenía una estimable teleserie, Policías , que interpretaba Josep Maria Pou, entre otros, y como iba bien de audiencia no se les ocurrió otra que cerrarla. Metieron la manguera de Coronado en su lugar (Código fuego ), y fue apoteósico: duró lo que dura la llama de un mechero; lo mismo que duraron London Street , Xti o Corazón dormido , por poner sólo algunos de sus últimos fracasos estrepitosos.

Prodigiosa cadena. Sus índices de audiencia compiten con el vértigo del puenting. Pero no asustemos a los compradores. Les quedan los informativos. ¡Ah! esa es un área francamente esperanzadora. Dicen que su máximo responsable tiene feeling con La Moncloa. Eso siempre reconforta.