Hace un par de semanas, la Estación de TV Central de China (la CCTV, en inglés) celebró sus 50 años de vida en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, sede del poder legislativo, lo que da una idea del papel que tiene esta tele, que viene a ser (con perdón) como nuestra RTVE, pero multiplicada por 1.000: la audiencia potencial de la CCTV supera los 1.300 millones, chino arriba, chino abajo.

La CCTV nació el 1 de mayo de 1958 (nueve años después de proclamarse el régimen comunista de Mao), aunque se inauguró el 2 de septiembre. Durante 20 años, la CCTV tuvo un canal, pero ya son 16, muchos temáticos (de deportes, cine, economía, noticias, ópera tradicional e, incluso, uno en castellano). Para dar una idea de qué es la CCTV, señalar que su telediario de las 19 horas, el Xinwen Lianbo (Boletín de noticias), reúne cada día a 140 millones de personas. En los JJOO de Pekín, el partido de baloncesto entre China y el enésimo dream team de Estados Unidos congregó a 330 millones de chinos (más que toda la población estadounidense). La final masculina de pimpón tuvo 230 millones de espectadores, y 115 millones la final de- ¡halterofilia femenina!

Para la lógica de la clase dirigente china (comunista, sí, pero clase), estas estratosféricas cifras hacen que la CCTV sea algo demasiado importante como para dejarla en manos de periodistas. Es decir, existe una censura previa y un control férreo de todo lo que emite. Esto hace que presente prioridades diferentes a las nuestras. Aquí, la tele, pública y privada, entretiene (muchísimo), informa (algo) y forma (a veces). La CCTV uniforma (muchísimo), informa (algo) y entretiene (a veces) con lo que le dictan desde el Palacio del Pueblo.

Pero los nuevos vientos capitalistas que están haciendo escorar el ideal de Mao también han llegado a la CCTV. Aprovechando la felicitación por sus 50 años, el presidente Hu Jintao le indicó su nueva misión: "La CCTV es una importante ventana con la que China conoce el mundo y el mundo conoce a China", y anunció la construcción de "un moderno sistema de medios de comunicación" y el deseo de "aumentar el poder de estos para servir al país y al mundo y crear un medio ambiente favorable, así como una atmósfera para la opinión pública". O sea, que cualquier día podemos sintonizar un canal chino. ¿Pero eso sería bueno o malo? ¿Sería importante tener una ventana para conocer y comprender a una sociedad que será protagonista de la economía mundial y regirá nuestros destinos en un futuro no muy lejano? ¿O sería un escándalo que aquí hubiese un canal de un régimen comunista, o seudocomunista, propagandístico y con censura previa de un gobierno que no respeta los derechos humanos?