En un mes dará comienzo la temporada taurina en España, la del 2010. Un año que, como el anterior, se presenta enfrascado en una doble y dispar realidad: por un lado el buen momento en cuanto a número y calidad de los toreros, especialmente en Extremadura --con figuras consolidadas como Miguel Angel Perera, Alejandro Talavante y Antonio Ferrera o jóvenes emergentes como Jairo Miguel--; y por el otro, los efectos de la crisis en un sector que depende directamente de la situación económica de los ciudadanos (como espectadores) y las administraciones públicas (muchas veces promotoras directas de los espectáculos taurinos y casi siempre fuente de financiación --vía patrocinio u otras--)

Extremadura iniciará la temporada con 14 matadores de toros. Se trata de un número que apenas supera ninguna otra comunidad autónoma. Tal vez Andalucía o Madrid. Una cifra que cobra dimensión si se tiene en cuenta que el escalafón apenas está compuesto por 200 toreros en activo --principalmente españoles y, en menor medida, franceses y sudamericanos--.

Pero más allá de lo cuantitativo, también destaca lo cualitativo. Tres extremeños --Miguel Angel Perera, Alejandro Talavante y Antonio Ferrera-- están en la cúspide de la tauromaquia actual junto a figuras de renombre como José Tomás, Enrique Ponce, Sebastián Castella o Julián López El Juli . No hay feria taurina que se precie en España, Francia o Sudamérica que renuncie a contar con ellos. Perera, por ejemplo, participó el año pasado en 87 festejos, lidiando 183 reses. Como premio a su buen hacer, consiguió 141 orejas y nueve rabos, abrió 43 veces la puerta grande de la plaza y logró un indulto. Talavante, en 45 corridas, obtuvo 45 orejas y un rabo tras torear a 95 reses.

No obstante, este trío no es más que la punta del iceberg. El placentino Juan Mora, con 47 años, sigue dejando constancia, en los pocos festejos en los que decide participar cada temporada, de por qué ha sido uno de los toreros más apreciados durante las últimas décadas en cosos tan exigentes como Las Ventas de Madrid o la Real Maestranza de Sevilla.

Y sobre todo, hay un grupo de jóvenes extremeños que están emergiendo con fuerza. Destaca el caso de Jairo Miguel. Este cacereño de 16 años ha generado grandes expectativas tras su primera temporada en España --acumula años de experiencia en Sudamérica, pero aquí, la legislación nacional impide torear a los menores de 15 años--. Y junto a él, otros como Emilio de Justo, Santiago Ambel Posada, Javier Solís, Israel Lancho o Miguelín Murillo, Julio Parejo, sin olvidarse de Manuel Bejarano, Martín Quintana y el almendralejense Antonio Rodríguez.

LAS CAUSAS DEL ´BOOM´ Pero, ¿a qué se debe esta gran eclosión de toreros extremeños? Fernando Masedo, gerente del Patronato de la Escuela de Tauromaquia de Badajoz, lo tiene claro: "Nuestra escuela ha sido clave. Existe desde hace 10 años y en este tiempo ha posibilitado que quien quiera ser torero lo pueda lograr. De aquí han salido Perera, Talavante, Ferrera, Lancho o Ambel Posada. Les hemos dado una formación teórica, práctica y humana, sin ningún coste para ellos. En Cáceres la escuela no tuvo los suficientes apoyos institucionales y por eso los resultados no han sido los mismos. Y algunos, como Jairo Miguel, lo han logrado por sí solos, pero es un camino muy costoso".

Coincide con él Antonio Sánchez Cáceres, padre y representante de Jairo Miguel. Pero bajo su punto de vista, hay otro factor importante: "La tradición. Sobre todo en la ganadería. En Extremadura hay muchas ganaderías de toro de lidia, más de un centenar, y tal vez ahora hay más que nunca. Eso genera afición y lo facilita todo". Es el mismo argumento que sostiene Alejandro Talavante: "La dehesa ha convertido al toro de lidia en el animal por antonomasia de la región. Al tener más ganado, los chavales nos hemos sentido atraídos por este mundo y hemos tenido más oportunidades para perfeccionar la técnica. Eso ha hecho que tengamos una cantera muy potente".

EFECTOS DE LA CRISIS La crisis está afectando a todos los estamentos del ámbito taurino: aficionados, empresarios, ganaderos, toreros, subalternos... Sí, también a los toreros. Sobre todo porque hay menos festejos y, por tanto, mayor competencia y menos posibilidades de encontrar hueco en un cartel. "Al torero que ya está situado, no le perjudica, porque tiene su sitio en las primeras ferias", reconoce Talavante. "Las grandes figuras, igual que las grandes plazas, los grandes festejos y las grandes ganaderías, no lo notan tanto. Pero por debajo de ese primer nivel, las consecuencias son importantes", coincide Antonio Sánchez Cáceres. Según explica, su hijo, Jairo Miguel, "en cualquier otra época ya podría estar muy arriba en el escalafón. El año pasado, si hubiera sido normal, podríamos haber toreado más de 25 festejos, pero con la crisis nos tuvimos que conformar con apenas 11".

"Los que más sufren son los que están empezando y los que tratan de abrirse paso. Los festejos de promoción y la mayoría de las novilladas no son rentables. Son las que más han bajado y por tanto son puertas que se cierran", agrega Fernando Masedo. En la escuela que gestiona, la de Badajoz, este año hay 80 jóvenes alumnos que sueñan con emular a Ferrera o Perera y que ven cómo las cosas se han complicado.

Incluso los contratos andan a la baja, según fuentes del sector. "Muchos toreros de segundo o tercer nivel apenas sacan dinero para pagar los gastos de la corrida", advierte un ganadero. ¿Esto provocará un reajuste: matadores que lo dejarán? "Sí, es inevitable. Pero tampoco es fácil dejarlo, porque es muy complicado que la parcela económica se imponga a la pasión", responde Talavante, que desde la temporada 2005 ha lidiado 523 toros en 250 festejos, cosechando 246 trofeos (cuatro rabos y el resto, orejas). "Lo positivo de esto es que será una criba democrática. Los mejores y los que más espectadores atraigan son los que seguirán", avisa Sánchez Cáceres.