Unas quince mil trabajadoras extremeñas sufrieron el año pasado acoso sexual en su trabajo. Así lo desvela la encuesta realizada por Inmark Estudios y Estrategias por encargo del Instituto de la Mujer, organismo dependiente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Este informe sitúa a la comunidad bastante por debajo de la media nacional (un 14,9%) y muy lejos de las zonas donde la intensidad del acoso sexual en el trabajo es más llamativa, como es el caso de Cataluña (22,2%) y Andalucía (20,4%).

En Extremadura, esta situación alcanzó en el 2005 al 10,8% de las 138.000 ocupadas que recoge la última Encuesta de Población Activa, es decir, a casi 15.000 mujeres de la región.

Sin embargo, buena parte de estas mujeres no consideran que sufran acoso sexual puesto que, explica el estudio del Instituto de la Mujer, una las principales características del acoso es que tiene una gran carga subjetiva, especialmente cuando se trata del denominado "acoso leve". En esta línea, más de la mitad de las mujeres admiten los chistes sexistas como algo natural, y lo mismo ocurre con un tercio de las trabajadoras que reciben habitualmente piropos de sus compañeros de trabajo.

Dentro de este primer grado se encuadran situaciones como la generalización de chistes de contenido sexual, comentarios sexistas, pedir citas reiteradamente, un acercamiento físico excesivo o el hecho de llevar a cabo gestos y miradas insinuantes. El acoso leve afecta a más de 14.000 trabajadoras extremeñas.

HECHOS MAS GRAVES Por lo que se refiere al acoso grave, que alcanza a unas 3.700 mujeres en la comunidad, incluye las preguntas sobre la vida sexual de la trabajadora, insinuaciones sexuales, pedir abiertamente relaciones sexuales o presionar a la mujer después de que ésta rompiese una relación sentimental. Por último, se califican como acoso muy grave --que sufren al menos 2.000 extremeñas-- los abrazos, besos, tocamientos, pellizcos, los denominados acorralamientos , las presiones para obtener sexo, los asaltos sexuales o el hecho de mantener relaciones sexuales tras proferir amenazas de despido.

EL PERFIL El estudio permite, además, trazar un perfil de la víctima de los acosadores. Se trata de trabajadoras cualificadas de menos de 34 años, solteras y que están contratadas por empresas medianas o grandes --de más de 20 empleados-- y, sobre todo, de los sectores de la construcción y la industria. Otro de los factores que suele incidir es la falta de estabilidad laboral.

Las reacciones de las víctimas varían mucho en función de la gravedad del acoso que sufren. Cuando es un caso leve "prevalece la táctica de la inacción, especialmente en el caso de los piropos". Cuando la situación se agrava muchas mujeres evitan al acosador o se enfrentan a él.

Sin embargo, los resultados no son los esperados. Sólo en un tercio de los casos cesa el acoso después de que la mujer se plante o incluso lo denuncie.

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