Ninguna sustancia química de síntesis. Ni pesticidas, ni fertilizantes ni cualquier otro aditivo. Así que si una plaga ataca los frutales, quizás habrá que acabar con los insectos atrayéndolos con feromonas hasta unas trampas masivas; si se trata de eliminar malas hierbas, tocará posiblemente recurrir a métodos mecánicos o manuales para hacerlo; y si hay que abonar el suelo, no quedará otra que utilizar fertilizantes orgánicos o minerales. Todo ello a cambio de obtener alimentos más naturales, con todas sus propiedades nutritivas intactas y cuya producción minimiza los efectos negativos sobre el medioambiente. Este es el principio en torno al cual gira el método de producción ecológica agraria y ganadera, que en la región cuenta a día de hoy con cerca de 3.000 operadores. Todos ellos realizan actividades de producción, elaboración o comercialización de productos ecológicos en el ámbito territorial extremeño, por lo que están sometidos al control y certificación de la Administración autonómica.

En cuanto a la superficie, de acuerdo a los datos, aún provisionales, facilitados por la Consejería de Medio Ambiente y Rural extremeña, a cierre del 2016 se superarán las 81.000 hectáreas.

Este año se cumplirán 25 desde que fue aprobada la Ley de fomento de la agricultura ecológica, natural y extensiva de Extremadura. «Esa iniciativa legislativa fue el inicio de un sistema de explotación ligado al medio natural de nuestra región, que incluía entre otros sistemas de explotación extensivos a la agricultura y ganadería ecológicas», apunta José María Guerrero, jefe de servicio de Producción Agraria de la Junta de Extremadura. Luego, cuatro años después, fue cuando comenzó «su desarrollo de forma generalizada en Extremadura, a raíz del establecimiento de las primeras ayudas agroambientales, con una superficie que ha ido creciendo exponencialmente desde las 11.443 hectáreas de 1996».

Extremadura es una de las comunidades con mayor superficie de cultivos ecológicos. Ocupa el cuarto lugar. Sin embargo, el número de elaboradores, transformadores y comercializadores (172 en total) parece estar alejado del potencial de la región. En el caso de los elaboradores, en el 2015 hubo diez comunidades por delante. Y en el de los comercializadores fueron ocho las que superaron la cifra extremeña. «Un factor que hay que reforzar es la comercialización de nuestros productos ecológicos, ya que tenemos un medio natural muy ligado a este tipo de producción y unos productos agroalimentarios de alta calidad, pero nos falta aún crecer en el último eslabón de la cadena que es la comercialización y venta», resalta Guerrero. Por este motivo, agrega, «desde la Administración junto con los productores, elaboradores y comercializadores estamos trabajando en la elaboración de un plan estratégico del sector ecológico de Extremadura para los próximos años».

PIONEROS / En Extremadura, la Cooperativa El Lácara fue una de las firmas pioneras en optar por el marchamo verde. En 1997 se convirtieron en «los primeros» en producir aceite ecológico en la región, subraya Virgilio Barbosa, presidente de esta entidad de Cordobilla de Lácara y de la Asociación de Empresarios Ecológicos de Extremadura (Emprecoex). De esta forma, explica, se buscó obtener una producción que compensase en calidad los rendimientos de sus olivares «que no eran muy elevados». Con 350 socios —de un pueblo de unos mil habitantes— elabora unos 400.000 kilos de media cada año de producción ecológica. «La principal exigencia es en materia de productos fitosanitarios. Quitar de en medio la mosca del olivo es lo que nos trae de cabeza», ya que, explica, los productos que se pueden emplear «son muy caros y menos agresivos». Luego, en el proceso de producción hay otras exigencias: «No puedes mezclar calidades o molturar en temperaturas altas. Son muchas cosas que tienes que ir controlando y que merman el volumen de producción, pero que dan muchísima calidad. Y eso es algo que hay que explicar al consumidor».

La mayor parte de su aceite lo comercializan a granel, si bien la cooperativa también cuenta con marca propia: Verdial Lácara. Su mercado más habitual es Andalucía, pero también vende en Italia, Francia o Portugal.

Frutas Biomova es otra de las empresas pioneras del sector en la región. Ubicada en la localidad de Valdelacalzada, comenzó en él a mediados de la década de los noventa. Emilio Moreno, su gerente, decidió «subirse al carro» de lo ecológico porque «estaba interesado en el respeto al medioambiente y a los animales. En una forma de producir sano, sin contaminar la atmósfera, el agua ni nada», arguye este ingeniero y profesor de secundaria. De sus fincas en las Vegas Bajas del Guadiana salen ciruelas, nectarinas, melocotones, paraguayos, caquis, peras, granadas, naranjas… Todo es cultivado aplicando técnicas respetuosas con el Medio Ambiente, como el control de malas hierbas con medios mecánicos y manuales o el aporte de los restos de siega y poda al suelo. Igualmente, el tratamiento fitosanitario se efectúa respetando a los organismos vivos beneficiosos, lo que incluye los controles de carácter biológico para plagas y enfermedades (trampas de confusión sexual o uso de preparados de vinagre, entre otros).

Respecto a la fertilización de la tierra, se efectúa con materia orgánica natural (estiércol de animales o restos vegetales) y fertilizantes minerales. Producir ahora ecológicamente, aclara Moreno, es, en cualquier caso, «bastante más fácil» que cuando esta empresa dio sus primeros pasos. «Entonces no había los productos que hay hoy, era bastante más complicado», señala Moreno. Toda su producción es ecológica y se comercializa aproximadamente en un 90% fuera de España; sobre todo en Europa: Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Dinamarca, Suecia, Suiza… pero también en otros destinos como Canadá y Brasil. La producción ecológica es «bastante más demandada fuera, aunque ahora la tendencia en España es de crecimiento. La gente se va concienciando más», esgrime.

ACEITE PREMIADO / La primera campaña de elaboración de aceite de oliva virgen extra (Aove) ecológico para Almazara As Pontis fue la de 2009/2010, tan solo un año después de que esta empresa, radicada en la localidad de Eljas, echara a andar. «Desde un primer momento creímos que la producción ecológica tenía un potencial muy grande y que con el paso de los años este se incrementaría. Además, apostamos por la sostenibilidad del olivar ecológico y por el valor añadido que tiene este producto, siendo más saludable aun al no contener ningún tipo de multiresiduo, como plaguicidas o herbicidas», cuenta Ángel Serrano, responsable del departamento de exportación de esta firma. «Actualmente nos hemos dado cuenta de que no nos equivocamos», apostilla. Sus aceites, comercializados con la etiqueta Vieiru, han recibido 67 premios nacionales e internacionales en los dos últimos años. «En los dos rankings de mejores aoves del mundo, que tienen en cuenta los concursos internacionales más prestigiosos, hemos conseguido en el año 2016 ser el cuarto mejor aceite de oliva virgen ecológico del mundo en el World Best Olive Oil y el segundo en el World Ranking EVOO», remarca Serrano.

«Nuestro objetivo es ir incrementando la producción de ecológico año a año. Hasta el momento lo estamos consiguiendo, siendo cada vez el porcentaje sobre el total más alto». Este año cerca del 50% de su aceite tendrá este sello y el objetivo es que el próximo ejercicio se supere ya esta barrera. En cuanto a las exigencias a las que deben hacer frente, destaca que «son las correctas. El esfuerzo principal lo realizan los agricultores, que cuidan sus olivares ecológicos con mimo y de la manera adecuada, consiguiendo así sus certificados. Nuestra función es producir el aceite con la mayor calidad posible y realizar los trámites necesarios con la Administración para su certificación».

La venta de su Vieiru Ecológico se realiza sobre todo fuera de las fronteras españolas, principalmente en Reino Unido, Corea del Sur, Estados Unidos y Japón. «En estos países la concienciación de los consumidores es mayor. En España, aunque el porcentaje de ventas de Aove ecológico es menor, se está incrementando en los últimos años considerablemente. El margen de crecimiento del sector ecológico a futuro es muy grande», concluye.

Ganadec Sociedad Cooperativa surge en el 2003, aunque es a partir del 2005 cuando esta empresa comercializadora pasa a estar formada por los mismos quince ganaderos que la integran actualmente. «Decidimos buscar la comercialización para darle valor añadido al producto», señala su presidenta, Marichel Nieto. Desde ese 2005, afirma, «las ventas han ido progresivamente creciendo y a día de hoy estamos vendiendo el cien por cien de las producciones cárnicas ecológicas de todos los socios». Incluso, añade, «ahora mismo existe más demanda de lo que nosotros podemos producir», por lo que «en los dos últimos años» ocasionalmente han contactado con otros ganaderos ecológicos certificados para comprar más terneros.

Marichel Nieto remarca que el sector ganadero extremeño tiene «un potencial ecológico muy grande, porque la mayoría de las explotaciones ganaderas cumplimos con la extensificación obligatoria que te dicta la normativa europea». Una vez superado el que es «el hándicap más importante para ser ecológico» los problemas sanitarios «se minimizan muchísimo». En cuanto a la alimentación de los animales, en la región existe una fábrica de piensos ecológicos, lo que también «disminuye algo los costes». La fábrica, situada en Mérida, comercializa con la marca Bioganex y, si bien no pertenece a Ganadec, colabora estrechamente con esta sociedad cooperativa. «Vendemos mucho pienso en el resto de España y en Portugal. Todos los meses, por ejemplo, se manda un barco a Canarias», indica Nieto, a cuya empresa familiar pertenece también esta fábrica.

Ganadec vende sobre todo vacuno pero también ovino y porcino —blanco e ibérico—. «El cordero va saliendo poco a poco pero, por su sistema de producción, no es tan fácil como el vacuno porque tienes un periodo de tiempo más corto para poderlo sacar», indica. En cualquier caso, apostilla, su demanda va progresivamente al alza, en línea similar a lo que ocurre con el porcino.

No solo la cría y la alimentación de los animales tienen que ser ecológicas. También mataderos y salas de despiece deben contar con la certificación pertinente. Las reses de Ganadec se venden sobre todo en Cataluña, donde se envía «un camión de terneros o dos al mes». Buena parte de ellos se destinarán luego a la exportación a países como Alemania o Francia, donde «el consumo ecológico no tiene nada que ver con España, están a años de luz de nosotros», incide Nieto. También se sacrifican en Sevilla, para enviarse luego a la Costa del Sol, donde hay «mucho mercado» también para los productos ecológicos por el elevado número de extranjeros que residen en esta zona.