La evolución que ha experimentado la agricultura extremeña en los últimos 25 años resume muy bien el traslado poblacional experimentado desde entonces a la actualidad. En 1981 trabajaban en el campo 103.700 extremeños de forma eventual, mientras que a inicios de este año lo hacían 50.500; es decir, el número de personas ocupadas en tareas agrícolas ha caído un 51% en este período, provocando que si hace casi 25 años 35 de cada 100 extremeños trabajaban en el campo, ahora lo hacen sólo 13. El sector servicios ha sido el gran beneficiado de este cambio y, por ende, las ciudades y las áreas metropolitanas de la región.

Un dato significativo de esta reconversión agraria lo demuestra el hecho de que en la actualidad apenas 800 jóvenes menores de 20 años se dedican al campo, cuando en 1981 lo hacían 8.300, con lo que la incorporación de jóvenes extremeños a la agricultura ha pasado del 8 al 1,5%. La consecuencia más inmediata es el abandono de las zonas rurales.

ECONOMIA SUMERGIDA Pero, qué ocurre con quienes siguen trabajando en labores agrarias como jornaleros. La respuesta en buena parte de los casos es la economía sumergida. Más de 7.000 trabajadores eventuales del campo mayores de 52 años se ven abocados a trabajar en la economía sumergida en la región porque el subsidio que perciben no es suficiente para vivir de manera digna, según CCOO.

Esa falta de mano de obra ha hecho que, por ejemplo, el Servicio Extremeño Público de Empleo (Sexpe) haya movilizado este verano a casi 4.000 jornaleros para trabajar en la vendimia, y el pasado año los propios agricultores pidieron al Sexpe la contratación de sin papeles para la recolección de uva y aceituna.

Todo ello ha supuesto que en este período el sector servicios haya pasado del 44 al 63% de ocupados, y la construcción del 10 a casi el 14%, mientras que la industria cae del 11,2 al 9,8%.