¿Qué haría un avión si se queda sin combustible?. Esa pregunta se formula Jesús Domínguez continuamente para explicar la necesidad de la donación de la sangre. El responsable de la Hermandad de Donantes de Sangre en Extremadura lleva en la causa más de dos décadas. Ha transportado las reservas en su propio coche e incluso ha tenido que tirar de ingenio en alguna ocasión y ha salvado las donaciones con nieve para mantenerlas frías. Las anécdotas que comparte Domínguez son solo comparables con la experiencia que acumula en la hermandad de donantes de sangre de Cáceres. Él como tantos otros puede presumir de las placas que le reconocen como donante asiduo durante casi una treintena de años. Como él, casi 70.000 extremeños ostentan el carné de donante en la región. Esta cifra no garantiza una donación por cada extremeño que tiene el distintivo pero sí asegura un mínimo de donaciones para mantener la estabilidad de la demanda de los bancos de sangre y la seguridad de sangre en el caso de una emergencia. Como actividad paralela, la hermandad ha querido acercar a los niños la experiencia de la donación a través del padre Tino Escribano que ha editado ‘Supergota roja y los piratas de las golosinas’ con ilustraciones de Eugenia Cruz. En el caso de Cáceres, son cuarenta voluntarios los que coordinan las campañas de donación frente a un 10% de la población extremeña. «Lo admirable es que no reciben nada a cambio, solo la satisfacción de salvar vidas», resuelve Domínguez que concluye que «no seremos la región más rica, pero somos los más ricos de corazón».