María Belén Naharro abrió las puertas de su pequeña tienda de alimentación --Del Carmen Naharro-- hace ahora un año y medio en una céntrica calle de Mérida, desde la que ofrece a sus clientes pan, dulces, bebidas y otros comestibles a pequeña escala. Ha sido este un tiempo suficiente para conocer de primera mano que la gran desventaja de su pequeño establecimiento con respecto a las grandes superficies es el precio al que vende sus productos. Ella se ve capaz de competir en atención al público, en presentación de sus productos y sobre todo en la cercanía a unos clientes que teme perder ante la posibilidad de que aumente el número de grandes centros. "Sería el desastre para los comerciantes", señala. "He escuchado a la gente decir que van a comprar a Carrefour porque un producto es 5 céntimos más barato".

No cree que por introducir en su negocio nuevas tecnologías o gestionar las cuentas gracias a una aplicación informática vayan a mejorar sus posibilidades de competir con las grandes superficies. Sin embargo, la cosa cambiaría si tuviera la posibilidad de comprar los productos a un precio similar al que lo consiguen las grandes superficies, que es bastante más bajo que al que ella puede optar. En consecuencia, para conseguir un margen de beneficio que le permita seguir con su actividad, debe poner precios más altos.