Es un viernes cualquiera y Manuela no falta a su cita. Con 89 años no es la mayor del grupo, pero está lloviendo a cántaros y la veterana, de 94 años, tiene planes. «Me alegra mucho venir, ahora que sé leer y escribir, si puedo no falto nunca». Los lunes, miércoles y viernes pasa dos horas en el IES Jaranda de Jarandilla de la Vera con su monitora y otra veintena de compañeras del curso municipal de alfabetización.

En el aula que tienen asignada en este instituto no están nunca solas. Hoy les toca la compañía de una clase de 2º de ESO. «Ellas nos enseñan mucho más que nosotros», dice Claudia de 13 años. «Tienes que verlas en educación física, yo pensaba que podían hacer poco, pero ahí las ves hasta correr», cuenta Mario, otro alumno. Juntos dan vida al programa de convivencia intergeneracional que el centro ideó hace ya cinco años y que se ha convertido en un referente regional. De hecho, en 2016 las consejerías de Educación y Sanidad firmaron un convenio para potenciarlo. Porque no solo se desarrolla en el instituto. Cada dos semanas, alumnos del centro también acuden a la residencia de ancianos Servimayor de Losar de la Vera. Allí la convivencia es trigeneracional porque también se incorporan los pequeños de 2 y 3 años de la escuela infantil La Casita. «La unión es extraordinaria, nos llenan de vida, nos hacen rejuvenecer», cuenta Javier Segura, de 82 años. «Algunos no recuerdan a sus familiares pero preguntan por los niños», destaca Martín Carvajal, el presidente de la cooperativa que gestiona Servimayor. De él surgió la idea, con una carta en la que se ofrecía a crear sinergias entre generaciones. La mandó a una quincena de centros y solo respondieron del Jaranda. La propuesta encajó con lo que buscaba Ignacio Chato para la asignatura de iniciativa emprendedora. Quería que el emprendimiento fuera más social que económico y salirse de lo tradicional. Todos cumplieron sus aspiraciones. Aquella idea se convirtió en un proyecto de referencia porque todos, cada uno en su generación, son una potente herramienta educativa. Esa clase de abuelas y alumnos o esa sala de ancianos, adolescentes y niños, son «escenarios de aprendizaje distintos que permiten desarrollar competencias que de otro modo es imposible», explica Manuel Negrete, director del IES Jaranda. «Cuando hay mayores en el aula hay un clima de tranquilidad y respeto que no existe entre iguales, pero sobre todo enseñan valores, empatía, a entender la vida de forma práctica,... Y eso se logra trabajando la inteligencia emocional, clave para que un chaval pueda encarar su vida con mayor éxito». Juntos realizan actividades de distintos ámbitos: musicales, literarias, de informática, plástica, motricidad... y por unas horas todos son maestros y alumnos a la vez. Este programa forma parte de la metodología APS o Aprendizaje de Servicios. Además trabajan por proyectos (ABP) y hay cabida para el ajedrez y otras experiencias como la que acaba de ser premiada por la consejería: un proyecto de animación a la lectura que desarrollan a través de su agenda escolar, repleta de autores, relatos y cortometrajes.