Uno de los motivos que justifican la conversión de la carretera entre Cáceres y Badajoz en autovía es su importancia económica. Según las conclusiones del estudio informativo, la ausencia de una vía rápida que comunique directamente las dos capitales provinciales "supone un merma importante al desarrollo económico" de ambas ciudades y de la parte oeste de la comunidad autónoma. Sin embargo, la percepción entre los vecinos de las dos localidades que hoy cruza la Ex-100, Puebla de Obando y La Roca de la Sierra, es que esta infraestructura puede traer más perjuicio que beneficio a la economía local.

"Con la autovía la situación del pueblo irá a peor, porque con las autovías la gente no para tanto. Pasan lejos. No tienen que atravesar el municipio y lo sé porque he sido conductor profesional", explica Juan Manuel Villar, que regenta un establecimiento de alimentación en La Roca.

El diagnóstico de César de la Peña no es mucho más optimista. "Nos perjudica por todas partes. Pasará lejos de la carretera actual y dejará sin clientes a nuestras gasolineras", lamenta este empresario, propietario junto a sus hermanos de las estaciones de servicio que hay en estas dos poblaciones y de un restaurante en La Roca. Además, por lo que conoce del proyecto, está convencido de que le expropiarían parte de las dos fincas que posee en la zona. Después de 38 años de negocio familiar, ve con pesimismo el futuro: "Porque esto no se puede trasladar así como así y las adjudicaciones de estaciones de servicio en autovía suelen ir a la empresa que la construye".

Con más resignación lleva el tema Javier Méndez. El viernes abrió la Cafetería Hermanos Méndez, en Puebla de Obando, a pie de la carretera y tras varios meses de reformas. Es su apuesta de futuro para continuar en el pueblo, pero la autovía es "una amenaza" para él. "No me he parado a pensarlo detenidamente, porque llevamos poco funcionando, pero seguro que será malo, para este negocio y para el pueblo", advierte antes de asegurar que la Ex-100 tampoco soporta "tanto tráfico como para hacer una autovía".

Solo muestra un hálito de esperanza Felipe Chaparro, aunque es débil. "Vendrá bien por la mejora de las infraestructuras, pero acabará con muchos de nuestros negocios, matará al pueblo y dañará lo único que tenemos, nuestra riqueza natural", sostiene junto a la barra de su hostal-restaurante, a unos 100 metros de la cafetería de Javier. El también lleva poco tiempo al frente del establecimiento, desde mayo, y tiene por delante un contrato de 10 años de arrendamiento. Por eso insiste: "Cuanto más tarden en hacerla, mejor. Si ni siquiera tiene el tráfico requerido. Para que por aquí pasan 3.700 vehículos hay contar los coches de toda una semana".