La jornada de ayer de la cumbre del G-8 comenzó en los alrededores de Gleneagles, más o menos como las anteriores. De buena mañana, se registraron algunos incidentes entre policías y activistas violentos. Pero las noticias de lo que estaba ocurriendo en Londres desconcertaron a los grupos altermundistas, que desaparecieron de las calles.

Mientras los manifestantes pacíficos se organizaban para desarrollar las protestas previstas, los más rebeldes decidieron dejar de hostigar a las fuerzas escocesas y abandonaron la confrontación directa.

Inesperadamente, una tensa calma preñada de temores volvió a Stirling, a Auchterarder, a Gleneagles y a todos los pueblos de la comarca escocesa. La gente se enganchó a los televisores y las radios, incluidos los movimientos alternativos que, de pronto, comprendieron que habían perdido el interés de los medios de comunicación.

Abandonados por los periodistas --la mayoría regresaron velozmente a Londres--. Los alternativos se refugiaron en establecimientos diversos para condolerse con lo ocurrido. La seguridad del hotel de Gleneagles donde los jefes de Estado y de Gobierno estaban reunidos "no fue reforzada" tras los atentados, según indicó un portavoz de la Tayside Police. 10.600 policías procedentes de todo el Reino Unido habían sido concentrados en Gleneagles para asegurar la protección de los asistentes a la cumbre del G-8.

LA CITA DE ´LOS POBRES´ Muy lejos de Escocia, en Fana (Mali), la llamada cumbre de los pobres también se vio sorprendida por las noticias procedentes de Inglaterra. El Fórum de los Pueblos, organismo que actúa de contrapunto al G-8 y que esperaba atraer su atención, se vio, una vez más, fuera de juego. "Condenamos estos atentados y nos solidarizamos con las víctimas", declaró Barry Aminata Touré, de la principal organizadora de esta cumbre.