Casi dos mil personas fueron asistidas el año pasado en los centros ambulatorios de atención a drogodependencias y otras conductas adictivas de Extremadura, los denominados Cedex. El número total fue de 1.984, la mayor parte de ellos (un 84%) hombres. El alcohol se situó, con mucha diferencia, como el principal motivo de las atenciones. «Es la principal sustancia adictiva que se consume en Extremadura», incide Pilar Morcillo, secretaria técnica de Drogodependencias del SES.

El alcohol estuvo detrás de casi un tercio de las atenciones prestadas en los Cedex (629), por encima del cannabis (368, un 18,8%); los opiáceos (349, un 17,9%); la cocaína (306, un 15,6%); y el tabaco (236, un 12%). En cualquier caso, puntualiza Morcillo, las estadísticas recogen la sustancia principal motivo de adicción, si bien en la mayoría de las situaciones existe un policonsumo de sustancias. La Unidad de Alcoholismo Hospitalaria de Plasencia atendió, por su parte, a 115 personas durante el pasado año.

La labor de los 16 Cedex existentes —gestionados por catorce equipos multiprofesionales— se centra en la desintoxicación, deshabituación e integración social de las personas con problemas de adicciones o conductas adictivas, a quienes «se les pide un mínimo de seis meses de tratamiento. El equipo profesional del Cedex hace seguimientos semanales hasta llegar a un no consumo», detalla Morcillo. Cuando se alcanza esta situación, «si la persona está interesada, solicita una comunidad terapéutica» (hay nueve en la región), en la que podrá estar entre seis y nueve meses en régimen residencial. En ellas «se trabaja el no consumo y todo lo que es el ámbito personal, social y la búsqueda activa de empleo».

La rehabilitación puede completarse luego en alguno de los cinco centros de apoyo a la inserción sociolaboral existentes o en los pisos de reinserción sociolaboral que también están incluidos en el catálogo de recursos públicos y concertados con los que se cuenta para luchar contra las adicciones.

Un proceso de recuperación que, remarca Morcillo, tiene que ser voluntario. «Por mucho que un familiar o un amigo quiera ayudar, si una persona no da su consentimiento y está motivada, no podemos hacer nada», apostilla.