El ensueño de una guerra feliz se ha disipado. No hay guerra limpia, sin víctimas y victoriosa. En esta ocasión, tampoco habrá guerra relámpago. Los altos mandos norteamericanos critican a Rumsfeld por su falta de previsión. El propio presidente Bush prepara a la opinión norteamericana y, de paso, a la mundial para una guerra mucho más larga y también mucho más dolorosa de lo prometido. Incluso, se movilizan a otros 100.000 hombres, porque los que ya combaten son insuficientes.

Sadam utilizará todos los medios a su alcance. Desde las guerrillas hasta las acciones suicidas. Se cuentan ya por millares los ciudadanos árabes que se aprestan a partir como voluntarios para auxiliar a sus hermanos iraquís. La defensa frente a una agresión entra matemáticamente en la lógica de los hechos.Estamos ante una guerra de duración impredecible y que, por lo visto en Basora, se librará casa a casa. Bagdad será el escenario de la gran batalla.