Ha vuelto a nacer hace tan solo tres años a pesar de que tiene un hijo de nueve y su DNI la delata. Tiene solo 35 años y a sus espaldas muchos años de sufrimiento, angustia y dolor. Libertad Armúa, vicepresidenta de la Asociación Extremeña de Víctimas de Violencia de Género y Doméstica (Aviex) que hoy tiene en Don Benito, donde reside hace cinco años, "la vida que jamas imaginó tener", sufrió durante unos doce años malos tratos físicos y psicológicos de su pareja.

Nació en Uruguay y allí mantuvo una relación con el hombre que la mató en vida durante diez años en su país natal hasta que un día decidió que ya no aguantaba más y se marchó con su madre con poco más de 25 años. Aunque él seguía insistiendo para volver. "Me llamaba todos los días al banco donde trabajaba". De eso, de trabajar, no la privó porque el dinero era necesario en casa, pero sí "tuve que dejar la universidad por él".

Volvió, otra vez más con él, "porque las rupturas eran constantes", cuando ella decidió venir a España hace unos cinco años con su madre, en busca de una vida mejor cuando su país sufría una fuerte crisis económica. Necesitaba el permiso paterno para traerse a su hijo y él aprovechó para conseguir una nueva oportunidad. Libertad se la dio y juntos se trasladaron a Don Benito, cual feliz pareja.

Lo que ya sufrió en Uruguay volvió a suceder en Don Benito. El bebía y se drogaba, "pero el que es maltratador los es con y sin", dice. Aquí aguantó un año de continuas amenazas y agresiones hasta que vio sufrir a su hijo. "El también recibía maltrato psicológico y eso me hizo explotar". "Llegué a querer que me matara para acabar con esta situación", cuenta.

"Una noche que me amenazó de muerte me marché a la una de la madrugada a casa de mi madre, que fue quien llamó a la policía". Hasta que llegó el juicio y la posterior expulsión del maltratador a su país de origen, vivió dos meses de "miedo no, pánico las 24 horas del día". De eso hace ya tres años, ahora él no puede regresar a España y Libertad ha rehecho su vida con otra pareja. "Mi hijo y yo seguimos en tratamiento y es difícil volver a confiar ni en tí ni en nadie, sobre todo cuando me dicen: ´Mamá no quiero que ese hombre te haga lo mismo que papá´". Pero día a día está volviento a nacer, "gracias a Aviex y a mi familia y amigos". De aquel sufrimiento ya solo le queda "un hijo maravilloso" y una experiencia que ella difunde allá por donde va para ayudar a las que sufren lo que ella empiza a olvidar.