Mira atrás y se pregunta cómo ha podido aguantar tanto. Marisol, de Almendralejo, solo ha recibido de su marido insultos, amenazas, violaciones y golpes. Durante 24 años, "y lo que queda". Le conoció en una fiesta y se hicieron novios. Cuando se casaron, ella ya sabía que era una persona agresiva. Creyó que le cambiaría, pero no. Una de las primeras bofetadas que recibió fue por querer seguir estudiando. "Era muy celoso. No me dejó seguir estudiando porque el profesor era un hombre, ni trabajar, por si acaso pasaba algo con algún compañero. Tampoco me dejaba ponerme la ropa que me gustaba y siempre me decía que todo lo hacía mal y que todo era culpa mía. Por ejemplo, él se gastaba el dinero en lo que le daba la gana y si no llegábamos a fin de mes, me pegaba porque yo tenía la culpa", recuerda.

Su familia nunca notó nada. "Normalmente me pegaba donde no se me veía y si no, yo intentaba ocultarlo. Un día me dejó un ojo morado y le dije a mi familia que me había dado con el pico de una ventana".

Lo hizo "por vergüenza", porque llegó a creer que realmente "era una mierda que no valía nada" y tenía miedo de que los demás se dieran cuenta. "Antes con solo escuchar la palabra ´maltrato´ en la tele me ponía a llorar, pero ya no. Cuando te maltratan, pierdes hasta el ser persona, pero ahora me he dado cuenta de lo que realmente valgo", dice triunfante. Actualmente, Marisol se dedica a vivir con sus amigas --algunas también víctimas de violencia de género-- y a formarse, algo que en Almendralejo no ven muy bien --sobre todo, lo de salir-- y por lo que recibe "unas críticas continuas" que no entiende. Además, está buscando trabajo y se está preparando para impartir un curso de drogodependencia a la vez que intenta crear una asociación de mujeres víctimas de la violencia.

Salió del pozo en el que se encontraba porque por sus hijos (tiene tres), se atrevió a denunciar. La primera vez que lo hizo, él le pidió perdón, le dijo que todo cambiaría y ella retiró la acusación. "Pero en un mes todo estaba igual que antes". Fue entonces cuando, por mediación de una vecina y tras una paliza "tan fuerte" que Marisol tuvo que ser hospitalizada varios días, su agresor cayó en manos de la policía. Ya cumplió condena, pero hoy en día sigue en la cárcel por quebrantar la orden de alejamiento.