En este momento, en España se consumen anualmente unos 25 millones de toneladas de gasóleo, lo que supone el 45% del total de los derivados del petróleo. Se prevé que en el 2012 este consumo haya crecido hasta los 45 millones de toneladas. Este incremento podría contribuir a lastrar de manera importante la balanza exterior española, ya que, hoy por hoy, nuestro país tiene que importar cada año más de 12 millones de toneladas de este combustible, ante la incapacidad de las plantas de refino en funcionamiento para dar respuesta a una demanda que crece a un ritmo del 15% anual.

Por ello, la refinería extremeña se orientará precisamente a paliar, siquiera parcialmente, este desequilibrio. De este modo, casi la mitad de su producción, en torno a 2,6 millones de toneladas, serán gasóleos, evitando así una quinta parte de las importaciones.

Una situación similar, aunque con menor volumen, se da en el queroseno, del que España importa un millón de toneladas al año, que se reducirán a la mitad cuando empiece a producir la planta de Gallardo.

Panorama actual

En este momento, en España hay nueve refinerías, la mayor parte de las cuales pertenecen a las macroempresas Cepsa y Repsol. La capacidad media de refino ronda los 8,3 millones de toneladas, muy por encima de la planta extremeña, que se sitúa en 5,3 millones de toneladas.

Pero lo que de verdad distingue el proyecto industrial de Gallardo de lo que existe hoy día es la orientación de su producción.

Así, la diferencia se centra en tres derivados. Por un lado, la media de producción de gasolinas en las refinerías ya en funcionamiento se sitúa en el 15%, mientras que la extremeña elevará ese porcentaje hasta el 22%. En cuanto al gasóleo, la media española está en un 38%, que el proyecto de Gallardo supera en once puntos. Finalmente, las plantas existentes dedican una quinta parte de su producción al fueloil, combustible pesado usado en la industria y en la generación eléctrica, de alto poder contaminante, y que la refinería extremeña no producirá.

Reservas de petróleo

Por otro lado, se ha llegado a cuestionar la viabilidad económica del proyecto por el anuncio de que sólo quedan reservas de petróleo para unos 40 años. En este caso, Sillero aportó un informe revelador: en 1981, se dijo que el crudo duraría 30 años. Una década después se hablaba de que quedaba para algo más de 40, y ahora se vuelve a hablar de unos 40 años más.

¿Qué ha ocurrido? Que durante este periodo, tanto las técnicas de extracción como las de consumo eficiente del combustible han hecho que las reservas se estiren , y ya se prevé que llegan para un siglo.