Una imagen vale más que mil palabras y las encontradas por los agentes del Seprona en la finca de Monterrubio de la Serena son un claro ejemplo. Las fotografías tomadas en Los Lunares , durante la intervención policial llevada a cabo por la Guardia Civil, hablan por sí solas. Forman parte de un particular álbum de la infamia .

Lo primero que impactó en sus retinas al superar los escrictos controles del organizador de las cacerías ilegales --con valla electrificada incluida-- fue el cuerpo del tigre abatido cerca de la jaula en la que había estado encerrado. El animal presentaba señales que indicaban que todo estaba preparado para arrancarle la piel, como trofeo y para posteriormente ser utilizado como alfombra.

A pesar de lo dantesco de las imágenes, la rápida intervención del Servicio de Protección de la Naturaleza impidió que otros dos animales fueran sacrificados de iagual manera.

Los supervivientes

Un tigre enclaustrado en una pequeña jaula dentro de una nave preparada para la suelta y abatimiento del animal. Un león, viejo y tuerto, en otra jaula, ésta algo más grande y escondida entre la vegetación, también listo para morir en cualquier momento, y alimentándose con, lo que según parece, era carne de otro tigre abatido con anterioridad.

En una primera inspección por la zona los agentes llegaron a localizar otro macabro descubrimiento. Los restos --huesos y algo de piel-- de lo que parecen ser tres lobos. Eso sí, decapitados, puesto que sus cabezas también pasaron a engrosar la sala de trofeos de los supuestos cazadores .