Para que un equipo sea una piña dentro de la cancha debe serlo también fuera de ella. El día de Argentina, en semifinales, todos los jugadores españoles no dieron rienda suelta a su alegría por la grave lesión de Pau Gasol. Ayer, sin embargo, después de que todos los jugadores le dedicaran el triunfo al pívot catalán, se desató la euforia en el vestuario. No faltó nada. Ni los habituales rituales de los jugadores ni la canción que han cantado antes de cada encuentro. Y todo pese a que resultaba difícil asimilar el éxito.

Con una camiseta en la que se podía leer "golden boys" (chicos de oro), también traducida al japonés, los jugadores españoles comenzaron a celebrar el éxito. "Más que un equipo, somos un grupo de amigos", confesó el extremeño José Manuel Calderón, el base de Toronto Raptors, mientras Berni Rodríguez no se separaba del balón del partido. Rudy Fernández llevaba colgado del cuello la red de una de las canastas como si fuera otra medalla de oro. Calderón se convirtió en el maestro de ceremonias. El base comenzó a entonar el ritual y el resto le seguía de manera inmediata.

Fortuna

Luego, tras las pertinentes fotos en las que los jugadores entonaban el "oé, oé", se pudo escuchar la canción de Ricky López. "Nos ha dado suerte antes de cada partido", decía el jugador de los Raptors de Toronto. Nadie quería que la fiesta acabase. Era como el homenaje que el combinado español se daba tras lograr la gran hazaña de ganar un Mundial.

Algunos mantenían su habitual seriedad, como Garbajosa. Ni su inclusión en el quinteto ideal del torneo le hizo variar un ápice el deseo con el que encaró la final. "Es increíble. Teníamos todo en contra sin Pau, pero lo hemos hecho muy bien en todas las facetas. Sin duda, es el mejor día de mi vida", dijo el pívot de Torrejón.

No fue el único que reflejó el gran trabajo hecho sin el jugador de Memphis. Una situación que llevó a Calderón a ensalzar la gran aportación de Felipe Reyes. "Ha estado enorme. No sé qué decir. En la cancha nos ha salido todo bien. Hemos defendido como nunca. Ha sido el partido soñado, pero ya nos tocaba", declaró Calderón.

Reyes agradeció los elogios, aunque aseguró que sustituir a Gasol "es muy difícil". El pívot del Madrid no se creía lo que había hecho la selección. Navarro, escolta del Barcelona, tampoco. Para él era demasiado pronto para digerir tanta gloria, pese a haber logrado ese título en la categoría júnior, en 1999. "Me alegra más esta medalla porque se ha conseguido en una categoría superior. No hemos asimilado lo que hemos hecho. Esto pasa solo una vez en la vida", manifestó Navarro.

Políticos

Tampoco faltaron las autoridades políticas dentro del vestuario español. La ministra de Educación y Ciencia, Carmen Cabrera, se puso la camiseta roja de España. Junto a ella, Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, que apuntó que el baloncesto español "no podía llegar más alto". José Luis Sáez, natural de Badajoz y presidente de la Federación Española, quien ya en la semifinal ante Argentina no quiso ver el último lanzamiento de Nocioni a pocos segundos del final, sufrió menos. "Ha sido una demostración de orgullo y rabia. Estamos ante un grupo de grandes deportistas que vienen aquí porque disfrutan y se lo pasan en grande", dijo. Enfrente, en el vestuario griego, Yannakis se quejaba de que su equipo no tuvo paciencia y Kakiuzis auguraba que el año que viene ganarán a España.