«Antes había gente que venía a España y Extremadura porque podía tener dos y hasta tres trabajos y ahora apenas son capaces de conseguir uno», cuenta Heidi Bolivar, colombiana afincada en la localidad pacense de Montijo desde hace casi nueve años. Ella tenía un tío en la región, vino para estudiar un máster y un doctorado y se quedó básicamente por amor. «Yo ya soy extremeña, me casé aquí y no me muevo de Extremadura, la tranquilidad y la seguridad que ofrece esta región son sus mayores fortalezas. En Colombia pueden llegar a matarte para robarte un simple móvil», dice esta autónoma que trabaja en proyectos de exportación. Durante años, Heidi ha intentado reunir en una asociación a los colombianos residentes en la comunidad, un colectivo que se ha reducido a la mitad en cinco años. En el 2012 llegó a sumar más de 1.600 personas, pero a 1 de enero de 2017 se contabilizan 870 colombianos en Extremadura, según el último padrón del Instituto Nacional de Estadística.

«Antes venía más gente, tanto con estudios como sin ellos, porque era más fácil conseguir trabajo y porque la moneda estaba fuerte y al cambio era más dinero, pero la crisis ha hecho mucho daño a sectores como la construcción y también otros trabajos como el cuidado de personal y la limpieza, trabajos que ya no son tan fáciles de conseguir como antes y por los que no se paga igual. Antes apenas los quería nadie y ahora hay mucha gente», asegura. Heidi cree que hay compatriotras que han salido de Extremadura para volver a migrar a otras comunidades o países, pero también son muchos más los que dejan la región para volver a su país natal. «Colombia es un país que está en pleno crecimiento», cuenta.