Desde primeras horas de la mañana de ayer Guadalupe presentaba un animado aspecto. Se calculan en unas 25.000 las personas llegadas para asistir a los actos de la coronación (...) A las cinco de la tarde llegó el Rey acompañado del duque de Miranda. Detrás del auto regio venían varios coches más que ocupaban el Nuncio de su Santidad monseñor Tedeschini, el ministro de Instrucción Pública señor Callejo, el de Gracia y Justicia don Galo Ponte, el general Berenguer, el aviador Gallarza, comisiones, etc. Así comenzaba una de las crónicas que aparecían el viernes 12 de octubre de 1928 en el diario Extremadura , que dedicó un suplemento especial de 12 páginas a la coronación de la Virgen de Guadalupe y la visita del rey Alfonso XIII, encargado de presidir los actos celebrados en el municipio cacereño.

El diario Extremadura , que entonces contaba con cinco años de vida, realizó un importante seguimiento de todo lo que ocurrió en Guadalupe, convencido de que aquel 12 de octubre se convertiría en una fecha memorable no sólo para los extremeños, sino para todos los hispanoamericanos. Después de 75 años, aquel suplemento en el que escribieron reconocidos periodistas, escritores y representantes del clero de la época, se ha convertido hoy en un valioso documento histórico sobre la coronación, en el que se refleja, a través de sus crónicas, el comportamiento de la sociedad extremeña y española de principios del siglo pasado.

NOMBRES CONOCIDOS

Las páginas especiales recogían opiniones y reportajes de firmas como Antonio Reyes Huertas --por entonces director del diario y uno de los personajes que participó activamente en los actos de la coronación--, Diego María Crehuet, Arturo Gazul, Polo Benito, José Murillo, Julián Castro, Antolín Gutiérrez, los obispos de Coria y Badajoz y el cardenal de Toledo, entre otros.

Cuentan las crónicas del Extremadura que el monarca fue recibido en Guadalupe por el Cardenal Primado, Cabildo metropolitano, prelados de Valencia, Coria, Cuenca, Ciudad Real, Madrid, Plasencia, Sigüenza, Badajoz y Calahorra, autoridades, comisiones de las provincias de Cáceres, Badajoz y Toledo, y vecindario en masa. El Monarca revistó la compañía del regimiento de Lanzarote que rindió honores correspondiendo después a las frenéticas ovaciones de que le hizo objeto la muchedumbre. Bajo palio entró Su Majestad en la capilla del Monasterio donde se rezaron las preces de ritual. Después se retiró a sus habitaciones para descansar .

Durante la tarde se llevaron a cabo los oficios religiosos en honor a la Virgen, en una función que resultó brillantísima y tomaron parte las capillas y coros de varias catedrales, con un total de 80 voces y orquesta, dirigido todo por el eminente maestro de la capilla de Toledo .

A las siete de la tarde, la sacristía del Monasterio de Guadalupe sirvió de escenario para una velada en honor de Alfonso XIII. La amplia sala se encontraba atestada de público, que recibió a don Alfonso con una atronadora salva de aplausos. El Monarca sonriente y afable correspondía a estas manifestaciones de entusiasmo con visibles muestras de complacencia. El coro de la capilla entonó la Marcha Real. Presidieron la velada con el Rey el Nuncio de Su Santidad, el Cardenal Primado, los ministros y general Berenguer. Ofreció la velada el Cardenal Primado, quien pronunció palabras de gran afecto para el Soberano. Después mostró a Su Majestad la Corona de la Virgen. El Soberano felicitó al artífice señor Granda. La presencia de la Corona fue acogida con entusiásticas ovaciones que se repitieron durante largo rato .

LAS CURIOSIDADES

Pero, además de las crónicas sobre los actos de la coronación, el especial del diario contenía varias curiosidades. Entre las informaciones destacaba una sobre la elaboración de la corona de la Virgen a cargo del artista y sacerdote Félix Granda, en la que se detallaban las características de la joya y el laborioso proceso que se siguió para su confección.

La información comenzaba así: Hemos llegado a los talleres de arte --mansión digna del artista genial que la habita y dirige a los trescientos y tantos obreros que allí trabajan-- y hemos encontrado a D. Félix Granda, en momento poco propicio para reclamar su atención .

Dudaba el autor (Mirabal) que la gente que se encontrara en Guadalupe pudiera ver hasta qué punto la corona sublima el arte, el valor de las piedras preciosas en el momento en que el cardenal de Toledo, una vez recibida de manos de Alfonso XIII, la colocara sobre la imagen. Tan sólo, afirmaba, podría admirarse la joya cuando