Este último Sábado Santo será recordado en Cáceres por haber vivido la mayor muestra de imaginería religiosa de la historia de la ciudad. 14 pasos, más de tres millares de hermanos cofrades en un cortejo procesional de un kilómetro de longitud y miles de espectadores bajo un sol y unas temperaturas que no daban tregua.

La última edición de la Procesión Magna tuvo lugar en 2010, un año antes de la declaración por parte del Gobierno central, de la Semana Santa cacereña como Fiesta de Interés Turístico Internacional. En aquella fecha, además, fueron doce los pasos que procesionaron la tarde del Viernes Santo mientras que este año han sido catorce.

Precisamente por ser la primera Magna Internacional, las cofradías en su conjunto han querido introducir varias e importantes novedades y se han incorporado pasos que no solían hacerlo en ediciones pasadas. Este es el caso del Nazareno, la Sagrada Cena, la Esperanza o la cofradía de los Estudiantes que si bien ha participado en ocasiones anteriores, no siempre lo hacía.

Otra novedad de esta primera Magna Internacional, ha sido el cambio de fecha, lugar y hora. Hasta su edición anterior, la procesión de procesiones se celebraba la tarde del Viernes Santo --a las ocho-- por el casco viejo cacereño. Tanto el atardecer como el recorrido ayudaban a resaltar aún más la espectacularidad de la imaginería religiosa pero impedían la participación de determinados pasos bien por su tamaño o por la especial dificultad en su carga. Este año, de manera excepcional, se ha celebrado en Sábado Santo, a primera hora de la tarde y ha discurrido por avenidas más amplias.

Un kilómetro de cortejo procesional que, puntual, partió del paseo de Cánovas esquina Virgen de la Montaña. La procesión, tal como estaba previsto y con escasas variaciones, tardó una hora y media en pasar por cada punto del recorrido. En el espacio habilitado para cada hermandad han podido organizar la cabecera, el paso, los hermanos de carga y escolta, y los turnos de relevo para tener perfectamente organizada su representación.

Los cofrades han estado trabajando durante meses para lograr que este sábado todo funcionase como un reloj. Así, el cortejo que pudo disfrutarse ayer estaba dividido en tramos de siete minutos de tal forma que la Procesión Magna en su conjunto se desplazaba al mismo tiempo. Según un estudio histórico de las Magnas que ha vivido Cáceres, la procesión de este año avanzó a una velocidad media de 460 metro por hora.

Los pasos que procesionaron, por orden: Cristo de la Victoria, Sagrada Cena --cinco de las trece imágenes--, Beso de Judas, Señor de la Columna, Jesús de la Humildad, Cristo de la Salud, Cristo del Amparo, Jesús Condenado, Jesús Nazareno, Virgen de la Esperanza, Cristo del Amor, Cristo de los Estudiantes, Cristo Yacente, y, cerrando la procesión, Virgen de Gracia.

Precediendo o cerrando el paso de las catorce cofradías ocho bandas de música acompañaban al desfile.

Dos de las catorce cofradías estaban formadas por costaleros. La Humildad, con 28 hermanos cargando el paso al ritmo marcado por la banda sevillana de cornetas y tambores Nuestra Señora de los Angeles, que hizo vibrar de emoción al público que, conmovido, estalló en lágrimas e irrumpió en los primeros aplausos de la tarde. Por su parte, los cofrades de La Salud, que marcaba el paso al ritmo de La Expiración, contribuyó a ahondar la emoción y a prolongar los primeros aplausos.

La Magna permitió contemplar de nuevo, imágenes tan emblemáticas para la ciudad como Jesús Nazareno, obra de Tomás de la Huerta en 1609, o la Virgen de la Esperanza, de 1949, que procesiona sobre su trono de orfebrería y bajo palio bordado en oro en el Taller de las Mercedes de Coria del Río.

Varios de los pasos fueron llevados en andas en el primer turno por mujeres. Este fue el caso, entre otros, de la Sagrada Cena --63 mujeres en su primer turno--. Viendo ayer la juventud de los hermanos cofrades bien puede aseverarse que el futuro de esta tradición secular cacereña está asegurada. De hecho, muchas cofradías tienen ya pasos infantiles con varios relevos.

LAS BATALLAS A las ocho de la tarde se inició ayer, desde la concatedral de Santa María, la última procesión de la jornada. La Cofradía Penitencia de Las Batallas volvió a traspasar las puertas de su sede canónica acompañando esta vez a Nuestra Señora del Buen Fin y Nazaret. Los hermanos vestidos de túnica roja y cíngulo amarillo con capuchón, guantes y capa blanca con el emblema de la cofradía, acompañaron a la Virgen por el arco de la Estrella, los Adarves de la Estrella, Santa Ana y Padre Rosalío, como parte de su recorrido, para finalizar recogiéndose en el Palacio Episcopal.