El volumen de ingresos en los hospitales psiquiátricos de Mérida y Plasencia se ha incrementado por encima de un 20% en los últimos años hasta situarse en una media que ronda los 1.600 internamientos anuales.

El gran problema sigue siendo la prolongación excesiva de algunos internamientos provocada, en la mayoría de los casos, por la ausencia de familiares. Los pacientes que están ingresados permanecen en los hospitales una media de 21 años, un hecho que ha provocado que actualmente siete de cada diez enfermos lleven ya más de diez años en estas instituciones.

En este sentido, y según los datos facilitados tanto por el Servicio Extremeño de Salud (SES) como por las Diputaciones Provinciales --de las que dependen los psiquiátricos--, estos centros registran una media de más de 1.600 ingresos anuales --900 en Mérida y 700 en Plasencia--. La mayor parte de los ingresos se producen debido a trastornos psicóticos (el 30% de los casos) y trastornos provocados por el consumo de sustancias (18,5%).

Sin embargo, muchos de estos ingresos se registran en las unidades de hospitalización breve, de media estancia o de alcoholismo de los centros, mientras que las plazas de larga duración son para pacientes con patologías más graves.

EL PROBLEMA Los datos no dejan lugar a dudas sobre lo prolongado de los ingresos, y eso a pesar de que sólo el 10% tiene síntomas realmente conflictivos, señala el SES. Esto se debe a que hay un importante número de enfermos sin familia o a los que nadie ha reclamado --algunos llevan más de cincuenta años--, lo que ha creado un nuevo núcleo de pacientes de larga duración con trastornos derivados de su falta de adaptación a la sociedad.

A los que por la gravedad de sus patologías han tenido que ser ingresados en estos hospitales hay que sumar las más de 2.500 personas que pasaron por las unidades de hospitalización breve de los hospitales, más de la mitad de los cuales estaban aquejados de psicosis.