Es tradición en toda cumbre que se realice una foto de familia con todos los jefes de Estado y de Gobierno que acudan a la misma. Una sola, no dos. Cuando los asistentes a la reunión del G-20 ya se iban después de haber posado ante las cámaras, alguien les llamó para que volvieran. El sistema de circuito cerrado de televisión advirtió de que faltaba un alto mandatario, en este caso mandataria, porque se trataba de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que no había llegado a tiempo a la foto. Se desconoce el motivo del retraso pero, según algunas fuentes, más de un gobernante parecía contrariado por tener que sonreír por segunda vez ante las cámaras.