La guerra no ha terminado. Este es el mensaje de cautela que la Administración de George Bush desgrana con insistencia desde que el jueves los tanques tomaron el centro de Bagdad y los bagdadís salieron a celebrar el carrusel de la liberación con el derribo de estatuas de Sadam Husein. La prudencia tiene sentido.

En la posguerra planificada por el Pentágono figura como objetivo primordial "imponer la Pax Americana", una paz global que ayer sufrió un primer envite con el avance kurdo en el norte de Irak y la toma de Kirkuk. Mientras los peshmergas avanzaban hacia la localidad petrolera sin encontrar resistencia, los planes estadounidenses para redibujar un nuevo Oriente Próximo se descarnaban.

El equilibrio del terror impuesto hasta ahora en el Kurdistán por turcos, sirios e iraquís se rompió con la llegada de las fuerzas irregulares kurdas a Kirkuk, una conquista intolerable para las autoridades de Ankara que inmediatamente recibieron garantías por parte de Estados Unidos de que la operación guerrillera no alterará la intangibilidad de las fronteras.

SIRIA, EN LA MIRILLA DE EEUU

Si Estados Unidos presenta Irak como paradigma del método a aplicar contra los otros países del eje del mal (Siria, Irán y Corea del Norte), debe resolver, antes de iniciar nuevas campañas de liberación, varios enigmas que no sólo tienen que ver con el paradero de Sadam Husein y de su círculo de lugartenientes que, por cierto, se han desvanecido más rápido aún que las divisiones acorazadas de la Guardia Republicana.

De momento, "el Pentágono no tiene la intención de enviar tropas a Siria. Esa decisión debe ser tomada por el presidente y el Congreso", avanzó el subsecretario de Defensa de EEUU, Paul Wolfowitz, después de haber subrayado que ese país "acoge terroristas, criminales de guerra y que recientemente ha enviado equipos (militares) a Irak".

La invasión de Irak ha suscitado muchas incógnitas que la prensa rusa resumía con interrogantes: "¿Los aliados serán capaces de apaciguar el país? ¿Colocarán en el poder a un verdadero Gobierno o a un puñado de marionetas? ¿Sabrán evitar una guerra civil, impedir la difusión de un islam radical y vencer a la amenaza del terrorismo?".

La supremacía americana chocó ayer con la realidad urbana. Las fuerzas de ocupación se mostraron incapaces de frenar el pillaje y de llenar el vacío de poder en Irak porque han sido entrenadas para apabullar con su potencia de fuego al enemigo, pero no para ordenar el tráfico, vigilar carreteras y edificios públicos, y dar la apariencia de Estado a un territorio que corre el riesgo de libanizarse , de estallar en pedazos y quedar convertido en reinos de taifas.

Los primeros fuegos de artificio llegaron de Bagdad, donde la turba se agenció el mobiliario del Ministerio de Agricultura y de la residencia del viceprimer ministro, Tarek Aziz, mientras los militares estadounidenses contemplaban impertérritos los saqueos de "proporciones industriales".

Un pillaje organizado que no tuvo reparos en irrumpir en la mayoría de embajadas abandonadas. Las tropas invasoras tampoco pudieron evitar otro atentado que causó la muerte de, al menos, un marine en Bagdad, una ciudad en la que se revivieron las refriegas entre los soldados aliados y los últimos reductos de resistencia. Una muestra más del vacío de poder.

IMPERIALISMO TARDIO

Y es que la vertiginosa ofensiva de los Abrams y Challenger corrió más que los planes políticos para instalar una Administración civil. EEUU tiene caudillo en el general retirado Jay Gardner, un hombre vinculado a la industria armamentística, pero no ha encontrado criado de librea que dé apariencia de verosimilitud al Gobierno provisional.

Para acallar a quienes piensan que la intervención en Irak no es más que un episodio de imperialismo tardío, valga como ejemplo el primer discurso pronunciado al alimón por el presidente estadounidense y su epígono británico, Tony Blair. El nuevo Gobierno de Irak "no será dirigido por Gran Bretaña ni por Estados Unidos sino por el pueblo iraquí" o "no nos quedaremos un día más de lo necesario", les dijeron persuasivamente a los iraquís.

Más directo, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, declaró que EEUU --a pesar de su diligencia en invadir y retirarse-- se reservará la parte principal de la transición en Irak. Eso sí, dejará que las Naciones Unidas elaboren "algunas resoluciones para afrontar el periodo post-Sadam" en el país.