El Ejecutivo británico hizo esfuerzos denodados ayer por mantener viva la llama de que es posible conseguir una segunda resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU. El Ministerio de Exteriores presentó incluso las seis condiciones que deberá cumplir el régimen de Bagdad para evitar la guerra. Una de ellas obliga al líder iraquí, Sadam Husein, a aparecer en televisión y reconocer, en lengua árabe, que posee armas de destrucción masiva y que está dispuesto a destruirlas. Otro de los puntos exige a Bagdad permitir la salida del país, rumbo a Chipre, de 30 científicos y sus familias.

Pero el plan británico recibió otro revés inesperado de la ministra de Exteriores española, Ana Palacio, quien sugirió que quizá la segunda resolución no llegaría a ser presentada. Pillado en fuera de juego, el ministro de Exteriores, Jack Straw, insistió en que se continuaba con el proyecto de la nueva resolución.

SIN CONFIRMACION

"No quiero entrar en especulaciones, yo sólo hablo por el Gobierno británico", admitió. Pero el ministro de Exteriores del Gobierno de Blair tampoco fue capaz de confirmar si habrá votación o si la segunda resolución será aprobada.

El Reino Unido puede reconsiderar su papel en una ofensiva bélica si fracasa el plan diplomático para aprobar una segunda resolución. Sin esta resolución, Tony Blair se encontrará en la peor situación imaginable, la de ir a la guerra con EEUU sin el respaldo de la ONU, algo que ha tratado de evitar por todos los medios.

La hostilidad de la opinión pública y del Partido Laborista, así como la amenaza de una crisis de Gobierno pueden forzarlo a constreñir el papel de las tropas británicas a tareas de apoyo. Los soldados británicos jugarían así un papel destacado en la reconstrucción de Irak tras el conflicto, realizando labores policiales, tareas de control de prisioneros y misiones humanitarias.

La duda la dejó caer el martes el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, al sugerir que su país puede ir sólo a la guerra. Eso situó a Blair en una posición más vulnerable aún y pilló por sorpresa a los británicos, quienes pidieron explicaciones a EEUU.