Situación de bloqueo e incertidumbre creciente en el sector tabaquero en la región. A cinco días para que termine el plazo legal, la industria sigue sin aclarar cuánto tabaco extremeño comprará este año ni a qué precios. Esto mantiene paralizado a los agricultores, que esperan conocer las condiciones de contratación para la próxima campaña para decidir qué hacer: si siguen adelante con este cultivo adaptándose al nuevo régimen de ayudas nacionales y comunitarias; si ajustan sus producciones para garantizar la rentabilidad tras el recorte de fondos europeos; o si abandonan el sector en busca de otros cultivos o actividades que les aseguren sus ingresos.

Sindicatos, organizaciones agrarias y agrupaciones de productores advierten de que buena parte de los 5.000 empleos directos que genera el sector están en riesgo ante el mutismo de la industria y la posibilidad de que los precios no cubran los costes de producción. Temen un abandono masivo entre los cultivadores de tabaco, lo que supondría la pérdida de miles de jornales en el campo y a su vez podría dar lugar a restructuraciones y despidos en la industria y los servicios asociados a esta actividad.

El acuerdo de compra --contratación-- para la próxima campaña debería haberse cerrado hace un mes. El 15 de febrero era la fecha tope establecida por el ministerio. Pero el sector solicitó prorrogar el plazo en 30 días. Su objetivo era conocer las condiciones comerciales en el resto de países tabaqueros de la Unión Europea y, a partir de ahí, poder negociar en igualdad.

Pero, lo que a priori debería haber servido como ayuda, ha terminado por convertirse en un tapón que tiene inmovilizado a productores, empresas de servicio e incluso a la propia industria. "Seguimos expectantes y sin saber nada. En los últimos días ha habido contactos con la empresa pública --en referencia a Cetarsa--. Dicen que van a subir los precios, pero no aclaran cuánto. Y mientras los agricultores siguen esperando. Muchos deberían haber empezado a preparar sus tierras, pero están a la expectativa. Necesitan saber si producir les va a salir rentable o no", explica Tomás Sánchez Várez, presidente de la Unión Internacional de Tabaqueros y de la agrupación de productores Sat-Tab, de Talayuela.

"El problema viene de Italia", asegura Ruben Martín, gerente de Cotabaco, otra de las asociaciones de cultivadores de la región. "Las multinacionales cigarreras están esperando a ver qué ocurre allí con las negociaciones sobre las ayudas del Gobierno italiano al sector, para fijar los precios. Y las transformadoras (como Cetarsa o Agroexpansión) dicen que hasta que no conozcan las condiciones económicas que les ofrecerán a ellos, no nos pueden dar a los agricultores ni precios de referencia ni unas cifras de kilos a contratar", prosigue.

SIN VALORACIONES En la industria nadie quiere hablar. Cetarsa y World Wide Tabacco-Agroexpansión son las dos industrias de primera transformación que concentran las compras de tabaco extremeño, con el 70 y el 20% --respectivamente-- de los casi 36 millones de kilos que se producen al año. Ninguna de las dos ha accedido a pronunciarse sobre el asunto pese a los requerimientos de este diario. Tampoco la compañía italiana Mella, que la campaña pasada se llevó a Verona cerca de tres toneladas de tabaco extremeño.

La actitud es similar en las multinacionales cigarreras, pese a que el sector descarga la responsabilidad sobre ellas. Imperial Tobacco y Japan Tobacco son los principales compradores del tabaco extremeño procesado por Cetarsa o Agroexpansión. La primera mantiene una planta de producción de cigarros en Extremadura, la de Altadis --compañía que fue absorbida por Imperial Tobacco hace un año y medio-- en Palazuelo (Cáceres). Sin embargo, esta compañía tampoco quiere pronunciarse sobre la situación actual del sector.

En este escenario, las asociaciones de productores mantienen su amenaza de movilizar a los agricultores si los precios no se acercan a lo que consideran umbrales de rentabilidad --de 2,70 a 2,90 euros por kilo--. Incluso, como informaron la semana pasada, siguen dispuestas a instar a sus asociados a no producir tabaco esta campaña.

PRESIONES SOBRE CETARSA La preocupación también se ha instalado en la sección sindical de UGT en Cetarsa. Junto a la posibilidad de que la industria pueda venirse abajo si se produce un abandono masivo del cultivo, esta organización teme que las presiones de los productores para que Cetarsa eleve los precios pueda originar recortes de empleo en la compañía --para compensar el aumento de costes--. "Cetarsa está siendo presionada de forma continua y no puede ser considerada el único salvavidas del sector. La compañía no debe caer en la tentación de ceder a las presiones para volver a realizar un nuevo reajuste de la plantilla", advirtió ayer Joaquín Bote, secretario general de esta sección sindical de UGT.