La llamada burbuja inmobiliaria parece resistirse y, pese a los continuos vaticinios de los expertos del sector, no acaba de estallar en Extremadura. Más bien al contrario, según reflejan los últimos datos de la Sociedad de Tasación.

El precio de los pisos subió el año pasado en la región un 14,3%, lo que supone el tercer ejercicio consecutivo en el que se registra un incremento superior al 10%. Por ciudades, sólo Mérida parece mantenerse en el límite más próximo a esa banda, mientras que en Badajoz y Cáceres la subida se aproxima más al 15%.

Aunque esto supone un aumento inferior en cinco puntos al de años anteriores, está aún muy lejos del presunto enfriamiento del sector vaticinado por los expertos. En este sentido, a finales del 2003 apuntaban que ya en el 2004 habría un frenazo de precios y en cinco años podrían incluso empezar a bajar.

Aún así la cosa no parece que esté cambiando demasiado. De momento la construcción continúa al mismo ritmo y en los tres primeros trimestres del año pasado (hasta septiembre) se habían autorizado proyectos para construir 9.223 viviendas en la comunidad, 23 más que en el mismo periodo del 2003, un dato que llama la atención en una comunidad con poco más de un millón de habitantes y 103.000 viviendas vacías.

Demanda artificial

Además, a la hora de analizar el sector inmobiliario extremeño hay que tener en cuenta otros datos, como los que se desprenden de un informe del grupo independiente Euroconstruct. Este estudio aseguraba que teniendo en cuenta la evolución demográfica de la comunidad el 45% de las nuevas viviendas que se construyen no son realmente necesarias.

Es decir, que de los en torno a 39.000 pisos visados en los tres últimos años en torno a 17.500 no corresponden a una demanda real en Extremadura.

Pero los constructores se aferran a las estadísticas que apuntan que el 80% de los pisos --en las grandes ciudades el porcentaje puede llegar a ser aún mayor-- están vendidos antes de que terminen las obras. Entre otras cosas, esto se explica porque, según reconoce el propio sector de manera no oficial, en torno al 20% de las viviendas que salen al mercado extremeño son adquiridas por especuladores, que las revenden poco después logrando altos beneficios.

Por otra parte, el Atlas de la vivienda del Ministerio de Fomento refleja que entre 1992 y el año 2000 la zona extremeña más dinámica en lo que a la construcción se refiere se sitúa en la zona noroeste y centro de la provincia de Badajoz. En esos años sólo 14 municipios de la región no construyeron viviendas, mientras que en 30 se detectó un fuerte ritmo constructor. Entre los datos curiosos de ese documento, que en el listado de las localidades españolas con más unifamiliares adosadas construidas están, por este orden, Azuaga, Los Santos de Maimona, Puebla de la Calzada, Talayuela y Olivenza.

El auge de la construcción en toda España --en 20 años el número de pisos ha crecido cuatro veces más que la población-- se debe, según los expertos, a diversos motivos como la autonomía laboral de la mujer, una mejora sensible de la calidad y el nivel de vida, la mayor esperanza de vida o la inmigración.

El caso es que en un país con 20 millones de viviendas se construyen 500.000 más cada año y los precios aumentan sin cesar desde el año 1992.

La población apuesta por tener vivienda en propiedad y sólo el 8,5% del parque inmobiliario está en alquiler.

De cada diez nuevas viviendas 5,4 son para nuevos hogares, 1,6 por cambio de piso y 3 se destinan a otros usos.