Con semblante sombrío, el presidente de Estados Unidos, George Bush, advirtió ayer de que la guerra contra Irak se encuentra "sólo en el comienzo de una dura lucha", después de que sus tropas sufrieran las primeras bajas significativas en cuatro días de conflicto. Pero Bush subrayó que se están realizando "buenos progresos" e hizo especial hincapié en que "Sadam Husein está perdiendo el control de su país".

El presidente pasó el fin de semana en su residencia de descanso de Camp David, vecina a Washington, desde donde siguió las actividades militares con su consejo de guerra. "De forma lenta, pero segura, estamos llevando a cabo nuestro objetivo", dijo a su regreso a la Casa Blanca. Aunque Bush advirtió de que conseguirlo "llevará algo de tiempo", también aseguró que está "decidido" a seguir adelante.

LAS POLEMICAS ARMAS

El presidente subrayó que su Gobierno tiene "un plan de acción, una estrategia para liberar al pueblo iraquí de Sadam y librar a su país de armas de destrucción masiva". Por el momento no hay rastro de estas armas, que Washington esgrime como justificación para esta guerra, aunque la plana mayor de Bush insiste en que existen. El presidente dijo ayer alegrarse porque "el enemigo no las ha usado".

En el Pentágono, las manifestaciones de cautela y advertencia ante la imprevisible dureza de los combates se mezclaron ayer con la firme certeza de que Estados Unidos vencerá. "Claramente, los iraquís no son un Ejército derrotado", dijo el presidente del Alto Estado Mayor, el general Richard Myers, y añadió que "aciertan quienes piensan que esto va a alargarse, porque lo más duro está por venir".

"A medida que nuestras fuerzas avanzan hacia el norte habrá conflictos y luchas, así que es razonable esperar que la resistencia sea mucho más fiera", dijo Donald Rumsfeld.