Hace veinticinco años los municipios extremeños eran distintos, y echando la vista atrás, ahora se observan con claridad los cambios. Pero, la vida para aquellos alcaldes también han cambiado, pero los hay que su vocación les hace seguir regiendo sus localidades un cuarto de siglo después, como es el caso de Nicomedes Delgado (Mengabril); Ramón Rocha (Olivenza); Antonio Cabanillas (Orellana la Vieja); Antonio de Sande (Villar del Rey); Crescencio Domínguez (Valdeobispo); Amador Alvarez (Carrascalejo), y el alcalde de Gargüera, Leoncio Bote.

Sin embargo, veinticinco años dan para muchas anécdotas. Por ejemplo, los alcalde de Torremocha y de Torrequemada son hermanos, José María y Valentín Grande Bazago, respectivamente. El que fuera alcalde de Almendralejo es actualmente alcalde de Huéscar (Granada); circunstancia que se repite en el caso del que en 1979 regiera Mohedas y que ahora es el jefe del Gobierno local de Cerezo.

Además, la longevidad no es impedimento para Pedro Perdigón Murillo, exalcalde de Orellana de la Sierra, que vive actualmente en una residencia de Don Benito y las monjas del centro LE ayudaron a estar ayer en Mérida.

También llegó Salustiano Bautista, que fuera jefe del Ejecutivo de Monesterio, pese a vivir ahora en Sevilla; o Félix Naranjo, maestro en Nerja y exalcalde de Valle de Santa Ana.

Son todos los que estuvieron, pero no estuvieron todos los que fueron. A los que faltaron también se les rindió un profundo recuerdo.