"Lo que en su día sucedió con otras energías como el carbón o el petróleo es lo que está sucediendo en la actualidad con el butano". Entre la firmeza y la resignación, Ignacio Rodríguez, gerente de una distribuidora pacense de Repsol, asegura que la grave situación que atraviesa en la actualidad el sector no es inesperada. La liberalización del mercado, la irrupción de gas natural y la popularización de las vitrocerámicas, así como los sistemas de calefacción eléctricos "están dañando de forma irreparable el sector".

La apuesta de las administraciones por nuevas fuentes de energías más limpias también está amenazando la continuidad de un sector debilitado. Aunque asumen la necesidad de medidas como la ley que entró en vigor el pasado mes de septiembre y que obliga a instalar paneles de energía solar en los edificios públicos de nueva construcción, reconocen que no les favorece " en absoluto", en palabras de Rodríguez.

Con todo esto, las ventas de botellas de butano han descendido desde el 2000 --el año en el que comenzó a utilizarse el gas natural-- un 15% en la región, un mal dato, aunque ligeramente por debajo de la media nacional --en torno al 17% según la federación-- y en todo caso bastante mejor a los que se esperan de cara al futuro. Según las estimaciones del organismo nacional, el descenso en las ventas de botellas de butano alcanzará cotas del 40% o el 50% en los próximos años, lo que incrementará de nuevo los costes de comercialización del producto y agravará aún más la situación.

"En Extremadura ya han cerrado siete u ocho distribuidoras en zonas como Barcarrota, Trujillo, Cáceres o Herrera del Duque. Algunas porque han sido absorbidas por otras más fuertes, pero otras simplemente no han podido soportar más la situación actual", explica el gerente de la distribuidora pacense. Y para que todo el mundo pueda hacerse una idea de la gravedad explica que en estos momentos sus costes superan en un 25% el beneficio obtenido. "Eso significa que actualmente nos estamos comiendo nuestro patrimonio, y lo peor es que las administraciones se pasan la pelota de una a otra sin que nadie se haga cargo de nuestra situación", se queja refiriéndose a la revisión del precio de la botella acordada con Industria para adaptar el precio al incremento de sus costes, que no se ha producido en los últimos seis meses.

De este modo, los distribuidores aseguran que aunque nunca han sido partidarios de las medidas de fuerza, no descartan ninguna, y eso incluye movilizaciones, paros parciales, e incluso paros generales.

Mucho más cautas, fuentes de otra distribuidora cacereña que cubre las zonas de Cáceres capital, Casar, Malpartida, Sierra de Fuentes y Las Torres , reconocen que existe "un profundo malestar en el sector, aunque no creen que se llegue a la situación de desabastecimiento en la región porque esperan que la Administración atienda sus reivindicaciones y cumpla finalmente con lo pactado con los distribuidores.