NACIO EN CACERES EN 1967

PROFESION PROFESOR DE ECONOMIA POLITICA EN LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UEX

AFICIONES CINE, MUSICA Y LECTURA

El actual presidente del PP extremeño se someterá el próximo mes a la que será, posiblemente, la prueba más dura a lo largo de su trayectoria política. La joven promesa del centro-derecha en Extremadura, llamado a ser la imagen de un partido nuevo para mover del poder a Rodríguez Ibarra debe someterse ahora a la aprobación de los suyos.

Hasta el momento, su trayectoria parecía imparable: con sólo 23 años, presidía Nuevas Generaciones, y con 26 alcanzó la vicesecretaría popular, para, dos años después, ser elegido diputado regional, y portavoz sin haber cumplido la treintena. De la mano del entonces presidente de los populares extremeños, Juan Ignacio Barrero, y con el aval del otrora influyente, por su cercanía a Rodrigo Rato, Ramón Aguirre, se convertía en secretario regional del PP en 1996.

Quiso su fortuna que el ascenso al máximo cargo de partido llegase antes de lo previsto. En el 2000, Barrero era nombrado presidente de la Empresa Nacional de Celulosa y, por incompatibilidad, dejaba vacante un cargo que pasaba a ocupar Floriano sin mediar congreso.

Eso sí, un año después se somete al criterio de sus afiliados, en un cónclave tranquilo y es investido candidato para medirse a Ibarra.

Reorganiza la cúpula del PP y ahí surgen los primeros roces: los pesos pesados del partido quedan excluidos, y su comité de dirección pasa a ser, en boca de los críticos, la guardería. En ese ambiente, apacible en apariencia, pero turbio bajo la superficie, afronta su cita más trascendente, las elecciones del 2003.

Ahí viene la debacle. No sólo no logra, siquiera, quitar al PSOE la mayoría, sino que sus resultados son peores que los de su antecesor, y cunde entre las filas populares el desánimo y la sensación de que estamos ante el Gorospe de la política, la eterna promesa que nunca llegó a cuajar. Hay críticas internas afiladas, pero quizá la más gráfica es la realizada por un dirigente, ahora sorprendentemente vuelto a las filas florianistas , que, al saber que ha colocado a Tomás Martín Tamayo como número dos por Badajoz comenta que "para perder no nos hace falta ayuda, nos arreglamos solos".

Afronta el congreso con nervios, más de los que serían de prever en alguien que es el titular de la plaza, pero también con la confianza de que el aparato está de su parte. Sólo pide algo que no se le negó ni al propio Aznar: una segunda oportunidad.