"Si superamos este año, podemos tirar la gorra". El que habla es Antonio Pizarro, productor de tomates en Miajadas desde hace 25 años. Toda una vida dedicada a un sector que vive horas bajas en Extremadura. "La situación es incierta y eso se nota en el pesimismo y la apatía que soportamos todos los que formamos parte de este mundo", explica.

A la incertidumbre que rodea la rentabilidad del cultivo, se unen las malas condiciones metereológicas de este verano que, según los agricultores, están perjudicando a las tomateras. "Llevamos varios días con un calor impresionante y, de repente, ahora está lloviendo", comentaba ayer Antonio. Tan repentinos cambios de tiempo no benefician en absoluto a los cultivos estivales, pero en el caso del tomate, terminan de rematar al productor.

"Cuando surgen tantos problemas si, al menos, la producción es buena, uno se consuela, pero este año parece que ni eso", se queja Antonio, cuya explotación está entre las afectadas por el pedrisco de las tormentas de junio. Con tantas zancadillas (penalizaciones, caída del precio y climatología adversa), el miajadeño lo tiene difícil para sacar rentabilidad a sus 14 hectáreas de tomates.

Sobre todo teniendo en cuenta que, según apunta, debe obtener 80.000 kilos por hectáreas, ya que ha invertido en instalar el riego por goteo en su parcela, lo que eleva el umbral que debe alcanzar para lograr beneficios. En este punto, Antonio señala la que, en su opinión, es la mayor paradoja de este asunto: "Hace unos años nos animaban a invertir para ser competitivos y ahora que lo somos, nos penalizan".

La misma opinión sostiene Carmelo Avís, otro productor de Miajadas también afectado por las tormentas de hace un mes. Tanto que, según apunta, "con lo que me pagó el seguro cubrí más o menos los gastos, pero lo que he sacado aparte apenas me da para pagar la cosechadora e invitar a cenar a ´mi Guadalupe´ --su esposa-- . Y sin estiranos mucho."

Menos mal que el humor tomatero no está penalizado. Si no, probablemente los extremeños generarían tal excedente que no solo dejarían de recibir ayudas, sino que les saldría a pagar . Fuera de estas bromas, la situación no está para echarse muchas risas. Sin embargo, no venirse abajo puede ser un buen arma para salir adelante en un sector que, a pesar de los obstáculos, es uno de los más competitivos de la región.