En política siempre se dan 100 días de cortesía a todo dirigente que accede a un cargo. Guillermo Fernández Vara cumple mañana, 13 de octubre, ese centenar de jornadas desde que se convirtió nuevamente en presidente de Extremadura y el próximo miércoles serán también un centenar de días desde que conformó su nuevo equipo de gobierno. Atrás quedaron los cuatro años de oposición y también de soledad, pasando a la historia por ser quien, tras siete victorias socialistas consecutivas, llevó al PSOE a la derrota para, una legislatura después, devolverlo al poder.

En estos primeros tres meses de gobierno el PP lo tiene claro: Vara se ha dedicado a "desmontar Extremadura". Mientras, él mismo dice que más bien ha tratado de hacerla remontar del hundimiento en el que se hallaba. Cuestión de planteamientos, pero el caso es que todo lo que el PSOE criticaba en la oposición, por cuanto que no era de su conveniencia o consideraba que se trataba de políticas interesadas o electoralistas, las ha eliminado de un plumazo apenas arrancar la legislatura. La ESO de los 1.000 euros, la paga extra de 300 euros a las mujeres que vivieron la Guerra Civil o el cambio de ubicación del hospital de Don Benito-Villanueva son ejemplos de ello, pero también hay otras medidas menos trascendentales como el retorno a la denominación de 'Junta de Extremadura' en lugar de 'Gobex' o la vuelta a ocupar como presidente la residencia oficial que existe para ello en Mérida. La impronta de Monago, la cual parecía en su momento que se imponía para desterrar a la de Vara, se aplica ahora pero en sentido inverso por mucho que desde el PSOE se justifique en que todo consiste en recobrar lo que ellos denominan la "normalidad".

Vara gobierna en minoría (30 diputados) y el PP (con 28) parece haber adoptado el papel de única oposición. Ello sitúa a Podemos (6) y también a Ciudadanos (1) en una posición incómoda, lo que provoca algún que otro encontronazo con los primeros, sobre todo ahora que llegan las elecciones generales de diciembre. En cualquier caso, la relación preferente del PSOE con las nuevas formaciones de la Cámara, deja de enemigos a los populares y sobre todo a su líder, José Antonio Monago. No en vano, la nota más característica de estos primeros días de gobierno es precisamente el cambio de actitud del presidente extremeño para con su colega de enfrente. Guillermo Fernández Vara ha dejado a un lado su talante afable y conciliador de su anterior etapa, convirtiendo a Monago en objetivo de todos los ataques. El líder socialista ya avisó en su discurso de investidura en el Parlamento que se acabó poner la otra mejilla, lo que ha venido acompañado de poner en evidencia todos los logros de que presumía su antecesor.

En cuanto a la gestión, el protagonismo mayor se lo ha llevado la situación económica. Arrancar una legislatura con una carta del Ministerio de Hacienda amenazando con intervenir de no realizar un plan de ajuste que previamente se había requerido al Gobierno del PP ha tenido como consecuencia eliminar la rebaja de impuestos que aplicó Monago y presentar unas cuentas cara al año que viene un 5% más reducidas. Encontrarse un presupuesto con 611 millones de euros irrealizables, un gasto comprometido en más de un 75% y un déficit que en julio ya duplicaba lo autorizado para todo el año deja poco margen de maniobra a los recién llegados, aunque desde la oposición se critique que el PSOE no sabe hacer otra cosa que acudir a "las viejas recetas" de acrecentar la carga fiscal de los extremeños.

En otros ámbitos, el gobierno ha tenido que negociar 'in extremis' la continuidad del transporte escolar cuyo colectivo ganó una sentencia[subtitulo2.150]

El Gobierno ha optado por situar a Podemos y C's de interlocutores preferentes colocando al PP enfrente

dándoles la razón; ha tenido que lanzar a toda urgencia un nuevo contrato de vuelos después de quedar desierto el anterior que dejó el aeropuerto de Badajoz sin compañía aérea; y ha procedido a abrir los PAC (Puntos de Atención Continuada) o devolverlos a su horario anterior, uno de los grandes temas de batalla del PSOE en la oposición.

La crisis mayor sufrida ha sido el incendio originado en la Sierra de Gata este verano, donde fue necesario desalojar varias localidades. Hubo críticas de descoordinación de los efectivos movilizados, lo que ha acabado en la creación de una comisión de investigación en la Asamblea, la cual se acaba de abrir y dará sus frutos pasados unos meses.

Además, el nuevo gobierno se ha topado con la crisis de Acorex, cuya desaparición o transformación en algo distinto ya es un hecho; el descubrimiento de una lista de espera sanitaria con hasta 100.000 pacientes 'ocultos' o sin ser incluidos que tendrá que atender con un plan específico; y una nueva subida del paro en septiembre de 3.693 personas.

Haber recuperado el diálogo y la concertación social rota en la pasada legislatura e impulsar planes de empleo públicos y privados desde las distintas administraciones, implicando a las dos diputaciones, será lo siguiente a abordar dado que bajar la cifra de paro deberá ser de nuevo el principal cometido de un gobierno en Extremadura.