División de opiniones. Esa es la expresión que define la interpretación que consejería, PP y ANPE dan al resultado de la implantación de las tecnologías en el aula, con el ordenador por pupitre como buque insignia. Para Educación ha supuesto un salto que ha colocado a los escolares extremeños en primera línea de cara al futuro y que terminará impregnando a toda la sociedad. Para el PP es una apuesta de escaparate mal planificada, y para el sindicato de profesores el efecto pedagógico ha sido "nulo".

Según el director general de Política Educativa, Felipe Gómez, los aspectos positivos de la decisión que se tomó hace un lustro se plasman en que hoy Extremadura encabece el concepto de aula tecnológicamente avanzada y haya asumido como propio el criterio de aldea global. En resumidas cuentas, que los alumnos extremeños hayan integrado esta herramienta en su aprendizaje adelantando etapas en lo que ya es más presente que futuro.

En cuanto a aspectos que han debido corregirse, Gómez aludió a que en un primer momento los contenidos eran escasos, pero eso se ha ido enderezando a base de potenciar la creación de materiales curriculares interactivos, cuya expresión más estable es la creación de un grupo de 15 profesores dedicados en exclusiva a crear estos contenidos, y la estimulación para generarlos desde fuera de este grupo a través de actuaciones como los premios Joaquín Sama o el proyecto Atenea.

Esfuerzo del profesor

Otra variable fue el recelo y la poca preparación del profesorado para lidiar con esta nueva situación. Aquí, el director de Política Educativa, que vivió ese primer momento desde dentro, como director de un instituto emeritense, resaltó "el gran esfuerzo realizado por los docentes". Por su parte, la consejería ayudó con acciones formativas específicas "que deben continuar y potenciarse, llevándolas a los propios institutos", que se plasman en 1.800 cursos con más de 60.000 horas de reciclaje en el uso de las nuevas tecnologías.

Pero, advierte Gómez, la cosa no puede quedar ahí, "porque si las nuevas tecnologías no entran en toda la comunidad educativa y se quedan en las aulas, habremos fracasado". Por eso, la consejería ha puesto en marcha la fórmula para que se implanten en los hogares, ayudando a la compra de ordenadores y a pagar la conexión de internet, como forma de que los padres también entren en este mundo que sus hijos viven en el aula.

En todo caso, y como ejemplo de lo que supone para las familias, no sólo para el alumno, la apuesta realizada por las tecnologías, Gómez indica que sin plataformas como Rayuela sería impensable que los padres pudiesen saber "al instante" si su hijo acude no a clase, "y sería lo de antes, que el padre sabía cuánto había faltado su hijo al final de cada trimestre".

Tirar de talonario

No está muy de acuerdo César Díez Solís, portavoz en materia educativa del PP. Se pregunta, de inicio, cómo es posible que con esa apuesta tecnológica en la enseñanza pública "veamos una auténtica avalancha de padres pidiendo plaza en centros concertados, que no cuentan ni con la décima parte de ordenadores que los públicos".

En su opinión, el fallo es que "se ha tirado de talonario" sin planificar la formación de los profesores lo que ha hecho que muy pocos utilicen los ordenadores.

Desde ANPE su secretario de comunicación, Saturnino Acosta, asegura que la utilidad pedagógica de los ordenadores ha sido "muy escasa" e incide en la falta de preparación del profesorado, al que no se le ha dado una formación específica.

Acosta también alude a que las bolsas de contenidos sólo se han impulsado "en el último año", y se carece de una biblioteca virtual que almacene de manera accesible esos contenidos. El representante de ANPE también mostró su sorpresa por que la consejería recurra al sistema de un servidor por aula "que es volver a la primitiva idea de aula de informática y no lo que se nos ha estado vendiendo de plataforma centralizada con servidor único.