Ni rastro de las armas de destrucción masiva iraquís que ponían el planeta en peligro. Ni el más pequeño indicio de que el régimen de Sadam Husein tuviera algún tipo de vínculo con Al Qaeda o con los atentados del 11-S. Ni siquiera vestigios del armamento prohibido que amenazaba a los países vecinos de Irak. Así que la detención cerca de Bagdad de un antiguo terrorista palestino --ya retirado y que había proclamado su renuncia a la violencia-- debe servir para justificar una guerra que ha causado miles de muertos y decenas de miles de heridos, además de devastar todo un país.

Eso es lo que pretenden los miembros de la coalición bélica (EEUU, Reino Unido y España), que proclaman reiteradamente que la captura de Abu Abbas, director general del Frente para la Liberación de Palestina, demuestra los vínculos del régimen de Sadam con el terrorismo internacional. Según el Mando Central norteamericano, el apresamiento "elimina una parte de la red de terror apoyada por Irak y supone una victoria más en la guerra global contra el terrorismo".

SIN CONEXIONES CON AL QAEDA

En realidad, no sólo Abbas estaba alejado de cualquier actividad terrorista, sino que hasta Israel toleraba sus visitas esporádicas a la franja de Gaza.

Cerebro del secuestro, en octubre de 1985, del buque de línea italiano Achille Lauro --en el que fue asesinado un ciudadano norteamericano-- incluso habían prescrito los cargos presentados contra él en su día por la justicia de EEUU. Por el momento, ha pedido su extradición a Italia, donde fue condenado in absentia a cadena perpetua.

Según la Autoridad Nacional Palestina (ANP), su detención viola los acuerdos de Oslo (rubricados por la ANP, Estados Unidos, Israel, la Unión Europea, Rusia, Egipto, Jordania y Noruega), que dispusieron que ningún miembro de la Organización para la Liberación de Palestina sería arrestado o procesado por acciones previas a la fecha de la firma de esos acuerdos, el 13 de septiembre de 1993.

En cualquier caso, es muy difícil creer que el retiro de Abbas en Bagdad sea la prueba de que Irak constituía una amenaza terrorista para Estados Unidos, entre otras cosas porque Washington nunca acusó al FPLP de estar conectado con Al Qaeda. Pero el capitán Frank Thorp, portavoz de los cuarteles generales del Ejército norteamericano en Qatar, sostuvo ayer: "Esto demuestra que existía el nexo entre el régimen de Sadam y el terrorismo".

Casi simultáneamente, el presidente del Gobierno, José María Aznar, formulaba en Atenas el mismo argumento y desafiaba a los partidos que se opusieron a la guerra: "Quienes decían que no había vínculos entre Irak y los grupos terroristas, que digan algo ahora". Según José María Aznar, "se va a demostrar ésa y muchas otras cosas" que justifiquen el desencadenamiento de una guerra ilegal, la invasión de un país y el derrocamiento de un gobierno por una fuerza militar extranjera.

INSPECCIONES INFRUCTUOSAS

Empero, la razón fundamental esgrimida por la Casa Blanca para descargar toda su potencia de fuego sobre Irak fue la supuesta necesidad de "desarmar al régimen de Sadam", presuntamente equipado con armamento químico, biológico y nuclear. Sin embargo, The New York Times revelaba ayer que el equipo de inspectores estadounidenses enviado una semana antes a la gran fábrica de municiones de Kerbala --centro de las sospechas del Pentágono-- había terminado su trabajo sin hallar ningún tipo de armas prohibidas. Sólo siete contenedores de isótopos de cesio, probablemente empleados para calibrar maquinaria.

Ahora, el jefe de los inspectores de desarme de la ONU, Hans Blix, desea regresar a Irak, después de que EEUU le impidiese terminar su trabajo allí, que cada día parece más evidente que podía haber evitado los horrores de una guerra. Blix ha expresado la opinión, a la vista de los hechos, de que Sadam no tenía armas de destrucción masiva.

LA TRAGEDIA DE ALI

A quien tampoco le debe parecer bastante la detención de Abbas para justificar la guerra es a su homónimo Alí Ismail Abbas, de 12 años, quien acaba de llegar a un hospital de Kuwait con los dos brazos amputados y quemaduras tan profundas en el 35% de su pequeño cuerpo que le han atravesado el tejido muscular y han destruido las terminales nerviosas. Aunque quizá aún peor para ese otro Abbas sea que el misil norteamericano que lo dejó tullido también mató a su madre, a su padre y a otros seis familiares, en un bombardeo aliado del que él fue el único superviviente.