Basora se enfrenta a una emergencia sin precedentes. En una ciudad sitiada, sin agua potable y sin electricidad, sólo cabe una pregunta: ¿cuánto tiempo resistirán sus habitantes? Ya llevan cinco días. La población no podrá recibir suministros hasta que las tropas anglo-americanas se aseguren el control de la ciudad o, como mínimo, abran un vía hacia el puerto de Um Qasar, en el mar Rojo.

Tras años de desestructuración, sin censos, se desconoce la población exacta de Basora, pero se le calcula entre 1,2 y 1,5 millones de habitantes. Leningrado, que tenía 2,5 millones en 1941, resistió nueve meses durante el asedio nazi.

Las ONG de cooperación dieron ayer la voz de alarma por la situación en Basora y varios pueblos aledaños. Los bombardeos han destrozado los sistemas de abastecimiento, pero es especialmente grave el caso de Wafa al Qaid, la principal planta de tratamiento de aguas. Los vecinos toman el agua del Tigris, en donde vierte sus aguas residuales buena parte de Irak.

PELIGRO DE INFECCION

Cáritas y Cruz Roja advirtieron del riesgo de una infección masiva. Diarrea, gastroenteritis, disentería y cólera son, a juicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las amenazas más preocupantes.

Ramala, Belén y Hebrón, asediadas por el Ejército israelí; Grozni, en Chechenia, y Kandahar, en Afganistán, se cuentan entre las ciudades sitiadas recientemente, pero ninguna tenía el tamaño de Basora.