No tomar el sol en las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 horas, especialmente en julio, el mes en el que los rayos ultravioletas son más intensos.

Usar prendas de vestir que protejan la piel del sol, como sombreros, camisetas, pantalones y faldas largas. Se recomienda sobre todo en el caso de los niños.

Recurrir a cremas solares con factor de protección mayor de 15. Aplicar el protector por lo menos media hora antes de la exposición al sol y repetir con frecuencia.

No fiarse de las sombrillas, ya que las radiaciones solares, aunque se tenga la sensación de que se está a la sombra, atraviesan la tela del paraguas y pueden producir quemaduras.

La exposición al sol debería ser de 10 minutos en los días iniciales, aumentando el tiempo progresivamente hasta alcanzar un máximo de dos horas diarias.

Tener en cuenta que la superficie sobre la que se está también influye. En este sentido, la nieve es la más peligrosa, ya que refleja más del 80% de los rayos solares. Es decir, nos exponemos a recibir casi el doble de irradiación. Después está la playa y el agua, mientras que las superficies que menos reflejan los rayos son la tierra y la hierba.