Dijo Zapatero que se abre un "tiempo nuevo" en la política española. Como muestra, reconoció las cosas bien hechas por el Gobierno del PP y anunció un puesto para José María Aznar en el Consejo de Estado, del que será miembro nato y permanente. A ese órgano, al que se sumarán todos los expresidentes españoles, le encargará de inmediato un informe sobre la reforma de la Constitución.

El líder del PSOE pidió consenso para "mejorar" la Carta Magna. Quiere que defina un nuevo Senado como cámara autonómica, recoja el derecho de la mujer a la sucesión de la Corona y mencione a las 17 autonomías y la Constitución europea.

"Reformar los estatutos es optar por vivir dentro de ellos". Así argumentó Zapatero su apoyo a las reformas estatutarias, siempre que recojan un amplio consenso y no excedan los límites constitucionales. Promocionar las lenguas del Estado y recibir a todos los líderes autonómicos "antes del verano" completan su apuesta por la pluralidad.

La reforma del Reglamento del Congreso y de los medios de comunicación públicos ahondan en la regeneración, que se extiende a la justicia con 1.000 nuevas plazas de jueces y fiscales y un nuevo estatuto fiscal.

El PP se negó a las reformas constitucionales. Y desde 1997 no convoca el debate autonómico.