La Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho (Asecor) comenzó siendo una asociación de carácter local pero ha acabado defendiendo los intereses de industrias situadas en ocho comunidades autónomas. Constituida ahora también en Cluster del Corcho, aglutina a ochenta empresas de Extremadura, Andalucía, Navarra, Castilla-León, Galicia, Castilla-La Mancha, Murcia y la Comunidad Valenciana.

El secretario general de Asecor, Andrés Gilo, señala que este año la producción de corcho descenderá en torno a un 50%, lo que se traducirá en un descenso similar en la mano de obra (el año pasado las empresas de Asecor dieron empleo a 980 personas). A pesar de esta disminución, Gilo asegura que estas industrias "tienen corcho suficiente para abastecer a toda la demanda que surja del vino. En ningún momento va a quedar desabastecida ninguna bodega".

A su juicio, la crisis del corcho no es ni mucho menos estructural. "Este sector repuntará en la medida en que lo haga el resto de la economía", sostiene. Además, explica que, al ser el corcho un producto eminentemente exportador, aunque España tardase más en salir de la crisis, en la medida "en que otros países lo vayan haciendo, eso nos va a favorecer".

Por este motivo, el secretario general de Asecor no tiene ninguna duda de que este seguirá siendo un sector estratégico para la economía extremeña. Eso sí, considera que aún tiene que evolucionar en varios aspectos. Uno de ellos es que todavía más del 60% del corcho que se produce en la región se transforma fuera de ella. "El futuro pasa por que la terminación se haga en la zona, sea con empresas autóctonas o de fuera". En esta línea, explica que multinacionales como Oeneo o Amorim ya se han establecido en San Vicente. "Industrias como las catalanas, tradicionalmente las punteras en la comercialización, cada vez van a tener que venirse más hacia las zonas productoras de la materia prima por el ahorro de costes", reitera.

Gilo también hace hincapié en la necesidad de diversificar la industria: "Hay que darle otras utilidades al corcho. No todo tiene que convertirse en tapón. Existen otros usos, sobre todo los destinados a la construcción", explica. En cualquier caso, reconoce el "gran esfuerzo" que ha hecho la industria transformadora en los últimos años para modernizarse y adaptarse a las exigencias del mercado, y pone como ejemplo de ello el Systecode, un sistema de garantía de calidad para la industria del corcho "que nos hemos impuesto a nosotros mismos".

Otros materiales

En cuanto a la competencia con otros materiales, considera que lo que hay que hacer es concienciar al consumidor de la excelencia del corcho. "Cuando la gente comprenda que es un producto natural, biodegradable y que su producción es sostenible con el medioambiente, entenderá que es mucho mejor utilizar corcho que no plástico o rosca, unos materiales que son mucho más perjudiciales con el entorno".

Igualmente, también indica que hay que ayudar al consumidor a diferenciar el corcho del plástico, algo que a veces no es tan fácil. "A nosotros nos imitan. Algo tendrá el corcho cuando lo copian y no se atreven a poner un tapón de colorines". "En los supermercados, hasta que no veo que lleva corcho, no cojo una botella", concluye.