Conchita Viera Nevado solo tenía tres años cuando personas de su mismo pueblo, Valencia de Alcántara, sacaron a su padre de casa, se lo llevaron a la mina de la finca Cuadrillas de Arriba, en la carretera comarcal de Cedillo, y lo fusilaron. A sus 75 años no olvida ni lo hará mientras viva todo lo que ha supuesto vivir sin su padre, y lo que sufrieron su madre y su hermano, que entonces tenía ocho años. "Cómo olvidar eso", relata emocionada, con la tristeza del recuerdo y la alegría por la iniciativa del juez Baltasar Garzón de investigar las muertes del franquismo. No entiende, asegura, "eso que dicen de que se vuelven a ver fantasmas"; esa investigación, insiste, se tenía que haber realizado hace muchos años, porque "es algo necesario, son personas".

En su caso, aquella muerte fue, si cabe, mucho más popular, porque se trataba de Amado Viera Amores, el último alcalde republicano socialista que ha tenido Valencia de Alcántara, que fue asesinado con 33 años. "He crecido en un ambiente de lágrimas y dolor", pero sin rencor, aclara Conchita, algo de lo que se encargó su madre.

Ahora su único objetivo en la vida es que su padre, como el resto de las víctimas franquistas, "sea reconocido por su dignidad, porque es un mártir como los demás, y que no estén por ahí tirados como perros". Si lo consigue, ya puede morir tranquila, comenta. Pero no lo va a tener fácil, ya que el propietario de la finca donde se ubica la fosa común en la que está su padre junto a más de una decena de personas, no deja que se hagan excavaciones. Espera que ahora "con la ley en la mano" puedan hacer esos trabajos.

Amado Viera Amores nació en Ceclavín el 11 de octubre de 1902. Abogado de profesión, llegó a la alcaldía de Valencia de Alcántara en febrero de 1936. Tras la sublevación militar fue arrestado y puesto en libertad "sin cargos" el 25 de septiembre de 1936, aunque ese mismo día se lo llevaron a la Inspección de Policía, a la puerta de la cual le hicieron subir a un coche con rumbo desconocido y fue asesinado en la mina de la finca Cuadrillas de Arriba.

Cuentan que tanto en los días previos a su paseíllo como mientras se lo llevaban, llamó a sus conciudadanos a mantener la calma y la convivencia pacífica.

Amparo Carrasco es otra miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHE), que pretende que su abuelo Manuel descanse en un lugar digno. Según la ficha que tiene este colectivo, su abuelo se encontraba en Fregenal de la Sierra refugiado en cortijos cercanos. El 23 o 24 de septiembre de 1936 le informaron que su mujer había dado a luz a un niño, por lo que regresó a Fregenal y fue apresado.

´Trasladado a Badajoz...´

Según cuenta Amparo, su abuelo ingresó en prisión "acusado de rojo". El 29 de septiembre de 1936, en una de las visitas que su abuela hacía a la cárcel para llevarle comida, le informaron que Manuel había sido trasladado a Badajoz, "comentario utilizado habitualmente con los familiares de las personas fusiladas". Más adelante, Juan el enterrador del pueblo, "manifestó en muchas ocasiones que lo habían fusilado en las tapias del cementerio de Fregenal en la madrugada del 29 de septiembre, siendo él mismo el encargado de sepultarlo, junto al resto de personas fusiladas esa madrugada, entre ellas el alcalde de la localidad, Severiano Cordero".

Por estas y otras muchas historias los familiares exigen que se excaven fosas comunes.