Muchos extremeños desconocen el término primero de mes porque su situación económica les impide distinguir en qué día viven. Están siempre a final de mes . El disparatado precio de la vivienda, el paro, la precariedad en el empleo y el coste de algunos artículos de primera necesidad han puesto en la cuerda floja a muchas personas. También los divorcios, las enfermedades, la vejez, o la viudedad dejan maltrecha la economía de ciudadanos que tenían su vida resuelta. En muchas familias, las libretas de ahorros de cajas y bancos han sido reemplazadas por la hucha de lata, el cenicero o el búcaro, en el que se depositan los céntimos sueltos que estorban en el bolsillo o que sobran de alguna pequeña compra, cuando sobran.

Vivir al día

En casa de Agustina las comidas más habituales son la pasta y el cocido de garbanzos, la fruta está contada porque los precios la han convertido en un artículo de lujo y hay algunos pescados que no han entrado nunca en su cocina, "colas de pescadilla congelada, sardinas, y alguna vez pijota, es lo que puedo comprar", asegura. Cuando llega a su casa después de trabajar como asistenta ya no le queda nada del dinero que ha cobrado ese día, "he comprado para comer, o he pagado la bombona de butano que le debía a alguna vecina". Agustina reconoce que vive al día desde que se casó hace 30 años y que su final de mes empieza el día 12. Tiene cuatro hijos y una nieta y su marido lleva un año en paro. Aunque recuerda etapas mejores también reconoce que las ha habido peores: cuando sus hijos eran pequeños y veía impotente cómo no era capaz de atender a todas las necesidades. Ahora son mayores y han ido encontrando trabajo, pero los sueldos son tan bajos que sólo uno ha conseguido emanciparse.

Los 368 euros del paro de su marido y otros 200 que consigue ella limpiando por horas, son los ingresos que entran en su casa. Agustina, que tiene ahora 47 años, no sabe leer ni escribir "pero sé mucho de cuentas", añade. Primero, según explica, aparta el dinero para pagar la luz, el agua, y el teléfono, que puso no hace mucho porque sus padres enfermaron, "y luego, con lo que me sobra voy a Carrefour a hacer una compra para el mes. Llevo una lista, aunque a veces tengo que decidir qué cosas dejo atrás porque no me llega el dinero". También guarda algo para pagar el seguro de la moto, --el único vehículo familiar-- y la contribución. Después de todo se siente afortunada porque la vivienda para ella no es un problema, su casa, que está en el Cerro de Reyes, es de protección oficial.

Recuerda que cuando su marido tenía trabajo las cosas iban algo mejor, "entonces te haces ilusiones, empiezas a hacer planes, pero el paro vuelve siempre". ¿Ahorros?, sonríe, "yo no sé lo que es tener ahorros, ni tampoco creo que pueda ahorrar nunca porque cuando conseguimos más ingresos ese dinero es para tapar muchos agujeros. Hay que dar de vez en cuando una vueltita a la casa, porque con el tiempo todo se estropea".

Agustina lamenta no poder salir a divertirse a ninguna parte, ni haber ido nunca de vacaciones, "a veces pienso que con lo corta que es la vida se va y no he disfrutado de nada", pero reconoce que tiene las esperanzas puestas en el Inserso "intentaré apuntarme a todos los viajes y no perderme ni uno".

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