Hace unos años nos indignábamos con los sueldos mileuristas, considerábamos que era una explotación para los jóvenes trabajar por semejante dinero; ahora si alguien logra que le paguen ese salario por un empleo lo definimos como un buen contrato. Estamos asumiendo y naturalizando la pobreza laboral. Es muy preocupante». La reflexión la hace Jesús Pérez-Mayo, director de Cáritas Mérida-Badajoz. «Mientras que algunos hablan de recuperación económica basándose en los datos macroeconómicos, el riesgo de exclusión social sigue estando en el mismo nivel. Es cierto que desde hace tres años, cuando se supone que empezó un nuevo ciclo económico, el PIB (Producto Interior Bruto) ha ido creciendo, pero eso no se traduce en una mejoría económica ni social de las personas», añade.

Cáritas ha presentado esta semana el Análisis y perspectivas 2017. Desprotección social y estrategias familiares elaborado por la Fundación Foessa (Fomento de los estudios sociales y de sociología aplicada), el cual dibuja una realidad que dista mucho de los mensajes de mejoría que desde los gobiernos central y autonómico se aventuran a lanzar.

CONCLUSIONES / La principal conclusión que se extrae es que el 70% de los hogares no notan ningún tipo de recuperación económica, especialmente aquellos que han sufrido con más virulencia las consecuencias de la crisis. El dato es la media nacional pero Pérez-Mayo asegura que es totalmente extrapolable a la realidad extremeña: «Cuando se analizas las variables te das cuenta de que son situaciones que las vemos aquí con frecuencia: familias que urgen tomar medidas para ahorrar en la factura de la luz (que no deja de subir) o en las que uno o varios de los hijos han tenido que volver a casa al no poder mantenerse o, por el contrario, emigrar al extranjero. Los imposibles que han de hacer para llegar a fin de mes (si se consigue) o la incapacidad para asumir imprevistos. Además, hay que tener en cuenta que en Extremadura la capacidad de ahorro es aún más reducida porque los sueldos son, en general, más bajos».

ELEVADA VULNERABILIDAD / La traducción, asegura, es un agotamiento tras «años de castigo», por lo que la vulnerabilidad elevada a la que se ha llegado no permite poder experimentar algún tipo de mejoría económica ni social. «Sobre todo porque lo que ofrece el mercado no es una puerta abierta a salir del nivel riesgo», subraya el portavoz de Cáritas Mérida-Badajoz.

En este sentido, quiere destacar un significativo dato que se extrae de este informe: «En un 40% de los hogares hay algún miembro que dice haber aceptado algún trabajo mal pagado. Teniendo en cuenta cómo son los contratos que mayoritariamente se hacen, me parece un porcentaje pequeño. Pero ahí está la clave: la precariedad se ha normalizado. Tener un sueldo de 400 euros ya no se considera tan malo porque al final la frase es: mejor eso que nada. Y esto es lo realmente preocupante». Otro dato complementario es que en un 29% de las familias hay algún miembro que reconoce haber aceptado un trabajo sin contrato.

En la misma línea, tras darse a conocer el informe, el director técnico de Foessa, Francisco Lorenzo, alertó del «riesgo que tenemos como sociedad de acostumbrarnos a la precariedad y de pensar que nada va a cambiar». De hecho, así lo reflejan los datos del estudio: casi la mitad de las familias creen que dentro de cinco años estarán igual, mientras que un 26% considera que la situación será aún peor.

«EMPOBRECER LA POBREZA» / «Cuando algunos políticos aseguran que la mejor política social es el crecimiento económico, no están diciendo la verdad, porque no podemos decir que ese crecimiento esté llegando a las familias, aún menos a las más pobres», expresa el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora. Y apostilla: «Hemos empobrecido la pobreza».

Además, tiene claro que los hogares en riesgo de exclusión han dejado de ser noticia: «Lo hemos naturalizado, nos parece normal que esto pase. Somos una sociedad que hemos bajado los brazos y hemos normalizado que la gente lo pase mal y que atentar contra los derechos humanos sea algo pragmático y necesario».

Por su parte, el director de Cáritas Mérida-Badajoz, concluye: «Es cierto que ha bajado el número de parados en nuestra comunidad autónoma y que ya no estamos en los niveles máximos, pero no podemos dejar de insistir en que desde nuestra entidad seguimos atendiendo prácticamente a las mismas personas, que el descenso de usuarios ha sido muy leve y que las condiciones que se están instalando en el mercado laboral como normales no van a permitir que las familias salgan adelante». Y agrega que, cuanto más pobre y excluido es el hogar, más débil es su recuperación.