En ocasiones renunciar a una herencia es la mejor opción. Heredar a veces puede ser una lotería pero también un regalo envenenado porque arrastra deudas y gastos que no todos los bolsillos pueden asumir. En el último lustro las renuncias a herencias se han triplicado en Extremadura pasando de los 235 actos registrados en el 2010 a los más de 750 del año 2015, según las estadísticas del Consejo General del Notariado. Durante el año pasado la tónica es la misma: 513 renuncias hasta septiembre. Habrá que esperar aún para conocer el dato anual del 2016, que además trajo consigo una nueva reforma fiscal.

En el conjunto del país se ha pasado de las 11.000 renuncias contabilizadas en el 2007 a más de 37.000 durante el año 2015.

Estos actos de desistimiento se han convertido en un indicador más de la economía del país y son, en su mayoría, fruto de las cargas que conllevan esas herencias o del mismo impuesto que hay que pagar por hacer el cambio de dueño. «La herencia es en lo bueno y en lo malo», destacan.

A veces las deudas que el fallecido deja en herencia tienen un valor superior a su patrimonio y los herederos renuncian porque no hay beneficios. Las deudas son derivadas de préstamos hipotecarios o personales o también porque el causante haya sido avalista en algún tipo de operación. Esta es por lo general, una de las principales causas del incremento de las renuncias, aunque no la única.

Las herencias están sujetas al Impuesto de Sucesiones y Donaciones y su importe puede ser extremadamente elevado en función del lugar de residencia. Hay un plazo de seis meses para pagarlo desde que se produce el fallecimiento y no siempre se dispone de la liquidez suficiente para hacer frente a este tributo, especialmente si la herencia es elevada o no hay un grado de parentesco cercano. «Cuando llega la hora de liquidar el impuesto y esa persona no puede aplicarse beneficios fiscales porque es un sobrino o una persona ajena a la familia necesita tener solvencia para abonar el impuesto. Si la casa a hereder tienen un valor importante hasta que no se pague el impuesto el inmueble no puede cambiar de dueño y, por lo tanto, no puedes utilizar ese bien para conseguir liquidez y se producen renuncias», explica Elena Manzano, profesora de Derecho Tributario y Financiero de la Universidad de Extremadura.

Clave es también este tributo en el caso de las donaciones. Las bonificaciones que introdujo Extremadura en este impuesto en febrero del 2015 hizo que se triplicaran los actos de donaciones en vida. Se pasó de las 1.366 registradas en el año 2011 a las 3.800 en el 2015. Según los datos de la Consejería de Hacienda, 2016 se cerró con más de 5.700 expedientes de donaciones. La reforma realizada por el gobierno de Monago amplió las deducciones en el caso de las donaciones entre padres e hijos, con lo que se disparó el interés aunque eso también supuso menos recaudación para la Junta. Por este motivo, el pasado diciembre este tributo volvió a encarecerse tras permanecer casi dos años gozando de las mismas bonificaciones que en el caso de las herencias.