El mejor momento del maratón de relevos ministeriales escenificado el miércoles lo protagonizó el científico y exministro de Sanidad, Bernat Soria. Tranquilo por haberse despojado de un papel que quizás le venía demasiado grande, demostró talento de monologuista del club de la comedia con una hilarante semblanza entre la Semana Santa y la vida de un ministro. "Todos han tenido igual que yo una entrada en Jerusalén. Es el día, Trini (en referencia a su sucesora, Trinidad Jiménez), en que llegas al ministerio. Te reciben con palmas, ramas de olivo, todo son felicitaciones... Pero el día siguiente es el lunes de Pasión. Empieza la tortura y la muerte, una tortura larga. Luego llega el día de la muerte, que es el día en que te comunican el cese. Pero después viene la resurrección. Y no hacen falta tres días. A los cinco minutos empecé a recibir llamadas, la primera de mis hijas dándome la enhorabuena y por supuesto de la familia, que recupera a un padre a un marido". Su relato, interrumpido por las risas del auditorio, acabó alabando "lo acertada" que fue la decisión del presidente porque "no solo se han alegrado los enemigos, que son los que se suelen alegrar, sino también los amigos".

Además de ocurrente, la descripción de Soria debió ser certera porque todos los ministros mostraron una dentífrica sonrisa. Puestos a escoger la más amplia, el premio se lo llevaría José Blanco, que logró su viejo objetivo de ocupar la plaza de la titular de Fomento, Magdalena Alvarez. Cuatro presidentes autonómicos, varios alcaldes y empresarios acudieron a estrecharle la mano y oírle decir que "el ministro de Fomento escuchará siempre a los gobiernos de la comunidades autónomas y a los alcaldes y en todo momento estará abierto a dialogar". Fue el mensaje más claro de que se acabó la conflictividad sostenida por su antecesora. En la sonrisa de Blanco debió pesar la satisfacción de su padre, "trabajador de Fomento ya jubilado", la única referencia personal de un discurso que incluyó los objetivos que hasta hoy se han quedado en palabras, como "acelerar la transición de la España radial a la España en red".

Magdalena se fue con dignidad, agradeciendo a Zapatero que la haya mantenido cinco años en su puesto. Sin un mal gesto por haberse enterado por internet de su cese cuando estaba en Estambul con el presidente en el Foro de la Alianza de Civilizaciones. Muy cerca de Alvarez se puso la presidenta de Madrid. Esperanza Aguirre no estuvo en su toma de posesión en el 2004, pero el miércoles no faltó.

Estudiantes e internautas

La caballerosidad fue la norma también en el relevo de Educación. Angel Gabilondo repartió elogios a Mercedes Cabrera, la persona que tuvo que salir para que él entrase, y a Cristina Garmendia, la ministra que se ha visto obligada a cederle parte de su pastel competencial, ya que ahora la política universitaria deja el Ministerio de Ciencia.

El nuevo ministro de Educación propuso un "gran pacto" de todos los niveles educativos, las fuerzas políticas y sociales y las comunidades autónomas. Extensible al plan Bolonia, la traumática europeización de la universidad que ha provocado que los alumnos hagan huelga. A ellos les mostró "la mano próxima y tendida, pero --matizó-- con firmeza y diálogo".

Angeles González-Sinde celebró su 44 cumpleaños el mismo día de la toma de posesión. Fue casi una fiesta familiar a la que asistieron su marido, sus dos hijas, su madre y su hermano. Y caras conocidas como Pilar Bardem, Adriana Ozores, Elías Querejeta o Manuel Borja-Villel. Su cartera se convirtió, en palabras del saliente César Antonio Molina, en una "claqueta" porque ante ella se abre "un gran guión y una gran película". González-Sinde anunció a los internautas que se reunirá con ellos para buscar una solución "que sea buena para todos".

Y la ministra que recogió el relevo de Soria formuló el firme compromiso de que no habrá recorte del gasto social. "Ninguna coyuntura económica va a mermar los derechos de los más necesitados", aseguró. De su herencia más compleja, la ley de la dependencia, aseguró que no cejará "en el empeño de llevar adelante el proceso pese al actual momento económico". Para Blanco, Gabilondo, Jiménez y Sinde ha empezado la tortura, que en algunos casos será corona de espinas. Por lo pronto, ninguno disfrutará de la Semana Santa.