Juana no pretendía quedarse a vivir permanentemente en la residencia. Fue solo por unos meses tras una operación de cadera y la trataron tan bien que terminó quedándose. Ella no tiene familia y por eso tuvo preferencias a la hora de ocupar una plaza. "Me ofrecieron quedarme y no lo dudé, pues estoy sola y antes o después tendría que vivir en una residencia".

"Hay muchas peticiones y lista de espera así que sé la suerte que tuve", continúa Juana, para quien debería haber más residencias del Estado "que los ancianos pudieran pagar". "En la de los Hermanitos de los Pobres nos cobran nuestra pensión y luego nos dan una paga de 80 euros para nuestros propios gastos", explica. Y también hay tiempo para divertirse: "Tenemos una fiesta preparada para el lunes y tengo muchas ganas de que llegue para juntarnos todos".