Abraham Lincoln dejó para la historia una visión de la demagogia difícil de superar. "Es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores", dijo. Y la cita viene al caso porque, de un tiempo a esta parte, un debate menor en torno al año de cierre de Almaraz está eclipsando otro mayor sobre cómo evitar que la irremediable clausura del gigante nuclear provoque una crisis socioeconómica en Extremadura y un caos eléctrico en España.

La energía nuclear tiene la batalla de la opinión pública perdida desde hace años y, por ello, Almaraz desaparecerá, ya sea en el 2010, como quiere la Junta, o en el 2020, fecha en la que culmina su vida útil. Pero el problema no es este. Lo preocupante es que ni el Gobierno central ni el autonómico se hayan sentado todavía para diseñar un futuro postAlmaraz. La clausura de la central cacereña no puede abordarse sin consensuar con mucha antelación un plan socioeconómico para el noreste cacereño y un plan energético para España. Porque, a día de hoy, nadie da alternativas serias para producir en tiempo récord la luz que genera Almaraz para toda España ni para inducir la riqueza que la central proporciona a su entorno.

*Periodista.